Cada vez que ponemos nuestro número de Tarjeta de Crédito en algún sitio de la gran Telaraña, siempre tenemos la duda de su seguridad. La Red se ha convertido en un agujero muy peligroso si no se toman un mínimo de medidas de seguridad.
Diversas entidades financieras confirman que el principal peligro de los pagos “on line” no provienen de los sistemas de los bancos, sino de los propios ordenadores de los usuarios y la amenaza de los ladrones de claves e información relativa a las tarjetas de crédito.
La solución más rápida y segura: la continua actualización de los sistemas antivirus. Estos suelen estar dotados con medidas “antiphising” que impiden el acceso a webs fraudulentas que simulan ser las reales de los bancos. Estas webs logran mediante técnicas de marketing obtener de los incautos o poco cuidadosos clientes las claves necesarias para acceder a sus cuentas y desvalijarlas, abriendo un boquete en la seguridad personal y de la entidad, que reconoce las claves como reales (de hecho, lo son…)
Sin embargo, a pesar de tener un potente antivirus, el peligro no se acaba. Las compañías financieras que gestionan las tarjetas de crédito están exigiendo a todas las empresas que cuentan con pasarelas de pago mediante tarjeta que extremen la vigilancia en las bases de datos de sus clientes. A los ciberladrones de Internet, les resulta mucho más rentable atacar los servidores de estas empresas y robar dichas bases de datos con las tarjetas, que a cada usuario de forma individual. Cuestión de economía de tiempo le dicen….
Los especialistas dicen que la mejor manera para manejarse en la web consiste en abrir una cuenta en la entidad bancaria y solicitar una tarjeta de crédito dedicada sólo a comprar en la Red. De esta forma, podemos tener localizados todos nuestros gastos originados en Internet en una única cuenta con el mínimo saldo para responder a nuestras compras. Una buena idea que bien vale nuestra seguridad…