En un entorno de tipos de interés bajos, inflación creciente y rentabilidades menguantes, son muchas las voces que aconsejan mirar a la inversión en activos reales. Pero, no se tiene tan claro ni qué tipo de inversiones ni cómo hacerlo.
La inversión en activos reales sería aquella que apuesta por activos tangibles que, además, se mueven de manera bastante sincronizada con la economía real. El ejemplo arquetípico de activos reales sería la inversión inmobiliaria. Pero, hay cabida para más.
Cómo distinguir los activos reales
Aunque, como de costumbre, las fronteras son difusas, realmente los activos reales en los que más habitualmente se deposita la inversión están bastante definidos. Dentro de ellos podríamos distinguir los siguientes:
La inversión inmobiliaria: es un ejemplo arquetípico, y tradicional, de inversión en activos reales. Contempla todos los modelos de inversión inmobiliaria, no sólo en vivienda, e incluso también la inversión exclusivamente con carácter especulativo a través de productos laterales.
La inversión en materias primas es otra de las tradicionales dentro de los activos reales. Además, probablemente, también de las más amplias que puede ir desde la adquisición directa de materias primas como el oro, hasta la inversión en contratos por diferencia o futuros como productos derivados sobre petróleo o cualquier otra materia prima.
Por último, aunque menos común, también se puede considerar como inversión en activos reales la que se realiza sobre infraestructuras como autopistas o aeropuertos, y también, los bonos que se emiten directamente vinculados a la evolución de la inflación. Es decir, en el caso de los bonos, emisiones que dependen de la evolución de los precios.
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Por qué elegir invertir en activos reales
La inversión en activos reales suele elegirse como una buena fuente de diversificación. Es decir, no tanto como una alternativa para inversión única diversificando diferentes activos reales, sino como una buena herramienta para, a la par de otros modelos de inversión, ofrecer cobertura contra la inflación y, a la vez, una rentabilidad que evoluciona según evoluciona la economía real.
Los modelos más habituales de inversión en activos reales se corresponden con los que, realmente, encontramos en casi cualquier activo o mercado. Aunque, destacaríamos cuatro grandes grupos:
- El primer grupo lo compondría la inversión en activos de manera directa, es decir, adquiriendo el activo directamente. Esto lo podemos comprobar en la adquisición de oro o en la compra inmobiliaria.
- El segundo grupo lo compondrían las inversiones que se realizan sobre acciones de compañías relacionadas con estos segmentos de la economía real. Se trataría de inversiones en bolsa que, además de la revalorización de los activos, buscan también el incentivo de los dividendos.
- El tercer grupo estaría compuesto por la inversión en productos financieros que tienen una exposición elevada a la economía real, aquí destacamos la presencia de los fondos de inversión y de los fondos de inversión indexados.
Por último, deberíamos también citar, aunque con prudencia, la presencia de los productos financieros derivados. Sin embargo, se trata de un modelo de inversión complejo, sólo para inversores especializados y que presenta un alto nivel de riesgo.