Realmente el control de los recibos de los gastos corrientes si no se controla desde un plan claro que contemple toda la economía doméstica puede resultar complicado. Hoy en día el número de recibos ha aumentado con respecto a otros tiempos, además, la totalidad de los servicios se cobra mediante domiciliación lo que por un lado facilita el pago pero por otro relaja el control de los gastos ya que no le prestamos la misma atención.
Todo lo anterior genera en ocasiones problemas típicos como puede ser el hecho de una cuenta en números rojos tras un cargo inesperado o una factura cargada antes o después de tiempo. Una de las herramientas que existen destinadas al control estos gastos que es la de los productos que permiten unificar los recibos en un único pago; sin embargo, es un producto al que debemos prestar atención ya que no sólo aporta ventajas, también, mal utilizado puede traer consigo inconvenientes.
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Debemos precisar que se trata de un producto ya no tan extendido como lo pudo estar en otros momentos, esto significa que aunque aún hoy en día podemos encontrarlo dentro de la oferta de las entidades financieras, cada vez lo hacemos en menos medida ya que no es en principio un producto con gran demanda.
Cómo funciona
Dentro de las diferentes ofertas existen también diferentes modelos de funcionamiento. Generalmente nos encontramos ante la posibilidad de una especie de tarifa plana, es decir, la entidad nos propone tras el análisis de nuestros gastos medios domiciliados una cuota mensual por la cual se hará frente al conjunto de los recibos, a cambio, todos los recibos domiciliados emprendidos dentro de ese acuerdo son automáticamente atendidos por la entidad, evitando problemas de números rojos por un cargo a destiempo, pero también, evitando por ejemplo que los meses con mayor gasto supongan un problema añadido ya que la cuota seguirá siendo en principio la misma.
Lo primero que debemos tener claro es que no estamos ante un producto que vaya a proporcionar abaratamiento, al final, los excesos de coste son abonados en cualquier caso, y, generalmente, la tarifa plana presupone los escenarios con los recibos a mayor coste, es decir, la tarifa plana prorratea al alza las previsiones de gastos y nos aplica la cuota en función de ese cálculo elevado.
Las condiciones
Dependiendo de la oferta pueden variar, habitualmente vamos a poder incluir dentro de la tarifa plana cualquier tipo de recibo común, pero no los gastos imputables a otros productos financieros como las tarjetas de crédito o las amortizaciones de préstamos, independientemente de si estos se han realizado la propia entidad o en otra. Los recibos aceptados no tienen necesariamente por qué ser mensuales, esto por ejemplo le añade el valor de poder sumar los recibos de las pólizas de seguros (aunque no en todas las ofertas)
En las versiones más flexibles se nos permitirá añadir y retirar recibos, es decir, podremos dar de alta dentro del servicio un recibo pero también podemos darlo de baja posteriormente, todo ello sin coste añadido. Generalmente las posibles diferencias al alza o a la baja se resolverán bien mediante el abono por parte del usuario de la diferencia o bien mediante la retribución de la misma en la propia cuenta asociada por parte de la entidad, aunque, como podemos suponer Tras descontar los costes y comisiones pertinentes.
En resumen
No es un producto caro si se encuentra inmerso el un alto nivel de vinculación del usuario con la entidad. Sin embargo, realmente más allá de la utilidad práctica de no preocuparse de los recibos tampoco se trata de un producto que presente más beneficios, es más, el hecho de los cálculos al alza de los costes puede hacer que realmente al final las cuotas mensuales acaben superando el cómputo total del gasto que hemos realizado y se nos ha girado. Obviamente esto varía si introducimos en la ecuación recibos semestrales o anuales ya que éstos en ese caso sí quedarían fragmentados subiendo la cuota constante pero evitando afrontar el pago único en su momento.