A falta de estadísticas, realmente en este caso no excesivamente necesarias, se puede afirmar por simple comprobación de oferta y demanda, que desde el inicio de la crisis, la reunificación de deuda, que antes se venía haciendo como método de aumento de los límites de crédito, no sólo no ha disminuido de manera proporcional al tremendo bajón en la contratación de la mayoría de los productos y servicios financieros relacionados con la financiación, sino que incluso ha crecido.
A través de una reunificación de deuda, efectivamente, son muchos los usuarios que ven una tabla, frágil, de salvación, a la hora de hacer frente a los diferentes créditos o préstamos que pueda mantener abiertos, simplemente como el propio nombre del producto indica, a través de la unión de todos estos créditos o préstamos en una única operación de financiación, con una única cuota de amortización.
Unificar préstamos ¿una buena idea?
Desde esa perspectiva, desde la posibilidad de unificar los créditos y préstamos, es obvio que no podemos negar la utilidad de este tipo de productos, sin embargo, a partir de este punto es donde debieran acabarse las alegrías y comenzar las comprobaciones.
El aumento de ofertas de refinanciación de deuda o reunificación de deuda, no nace por generación espontánea, es fruto de una demanda que a su vez proviene de una necesidad originada en la tremenda caída del poder adquisitivo de las economías familiares, estos servicios, obviamente útiles como ya hemos visto anteriormente, debieran en todo caso siempre ser tremendamente contrastados por qué se dispone contratarlos.
Debemos tener en cuenta que junto al beneficio de la reunificación de deuda, vienen otras cuestiones añadidas no tan agradables, como es por ejemplo el hecho de el encarecimiento de los intereses, que va acompañada necesariamente al alargamiento de los plazos de amortización de muchos de los créditos o préstamos que hayamos incluido en la reunificación, además, nunca debemos olvidar que por regla general los gastos de este tipo de propuestas vienen a ser superiores de media los gastos de un préstamo consumo medio, dándose situaciones en las que las diferencias son notables como en los gastos de cancelación.