Como en todo proceso de quiebra, cuando una entidad bancaria pasa por esta situación se pone en marcha el proceso establecido por la ley, y como sucede con cualquier empresa que declara su quiebra se precede a repartir su activo entre sus acreedores.
Una hipoteca forma parte del patrimonio del Banco, encontrándose dentro de su activo al igual que otros créditos, préstamos y demás bienes, con lo cual debe hacerse frente al pasivo que tenga la entidad a ese momento.
Con lo cual la hipoteca no desaparece, debe seguir pagándose, ya que en la etapa inicial de la quiebra (concurso de acreedores) los administradores se encargaran de que los deudores sigan pagando sus cuotas, y cuando se decida la liquidación del banco, tanto las hipotecas como los demás bienes serán vendidos a terceros, probablemente a otra entidad financiera.
En fin, lo que se produce es un cambio del acreedor del crédito hipotecario, con lo cual tendremos que seguir pagando las cuotas como normalmente lo veníamos haciendo, ya que es muy posible que ni siquiera nos enteremos que se produjo un cambio de acreedor hipotecario, ya que es estos casos el nuestro banco habitual sigue siendo el encargado de cobrarnos, aunque el crédito sea propiedad de un tercero.