Uno de los principales gastos que genera endeudamiento través de la financiación en la economía familiar es la adquisición de vehículo. Tras los préstamos hipotecarios, la financiación de vehículos, es uno de los productos financieros que más encarecen las finanzas familiares, y a la vez, de los más presentes en cualquier economía doméstica.
Uno de los errores más comunes cometidos por los usuarios cuando desean adquirir un nuevo vehículo, es no haber calculado previamente lo que supondrá económicamente la financiación del vehículo. Es, de hecho, un error común, adquirir vehículos de mayor importe al que debería corresponder por capacidad de endeudamiento o, simplemente, por correlación entre ingresos y gastos.
Una forma, para tratar de mitigar este error, y al menos tener una idea aproximada, de lo que supone la adquisición del vehículo es aplicar la regla 20/4/10 en relación al valor del vehículo que se desea adquirir.
La regla 20/4/10: qué es
Se trata de una regla muy simple, pero, que realmente puede ser útil, a la hora de determinar si realmente podemos adquirir un vehículo u otro.
La regla se corresponde con tres cifras que, a su vez, representan tres conceptos:
- El 20: se corresponde con la entrada que se debería abonar a la compra del vehículo. Esta entrada se correspondería con el 20% del valor total del vehículo. Y, según esta regla, el dinero debe proceder directamente del ahorro, pero, además, tiene que ser ahorro específico, es decir, que no influya en otras facetas como el fondo de emergencia, o el ahorro para la jubilación.
- El 4: en este caso la cifra se corresponde con el periodo máximo de financiación del vehículo. Los especialistas recomiendan que, con una entrada del 20%, el vehículo no se financie a más de 48 cuotas.
- El 10: por último, el 10, se correspondería con el porcentaje máximo de tus ingresos brutos que debes destinar mensualmente al vehículo. Es decir, como máximo el 10% de tus ingresos brutos (sin descontar ningún otro gasto) debe cubrir aspectos como la cuota de financiación del vehículo, el seguro, el mantenimiento y el combustible. En algunos casos, dependiendo del consumo del vehículo y de la cantidad de kilómetros, se puede ampliar ligeramente este 10%, pero, en cualquier caso, la regla aconseja que no se haga.
Por qué funciona está regla
La real regla realmente funciona, pero obviamente no es mágica. Funciona porque nos obliga a tres cosas que son fundamentales a la hora de adquirir un bien o servicio:
Valorar el tipo de bien o servicio que vamos a adquirir, y en este caso, a través del ahorro personal, ser capaces de asumirlo como un objetivo. De ahí la importancia del 20%, tanto por rebajar el coste de la financiación, como por añadir un valor de objetivo a la adquisición
Financiar en los plazos adecuados: esto es fundamental, a pesar de que se pueda obtener sobre financiación, lo cierto es que siempre hay que valorar acudir a una financiación racional. Un vehículo, por encima de los cinco años, comenzará a perder valor (de hecho, lo pierde a partir del primer año) y tendrá poco sentido están abonando una cuota elevada
Por último, racionalizar el gasto. Conceder una parte concreta, y no más, del presupuesto a la financiación y los gastos del vehículo, hace que recordemos la importancia de la planificación, de tener un presupuesto y atenernos a el