Resulta relativamente corriente que muchas personas preguntadas por los motivos por los que no invierten y utilizar herramientas de ahorro garantizado, no tienen una respuesta razonada más allá de algunos lugares comunes. Esto no es casualidad, se trata de una combinación de sesgos y cultura financiera.
Vaya por delante que la inversión no es una acción obligatoria para todos. Efectivamente, hay perfiles de usuario que desarrollen unos niveles de aversión al riesgo tan elevados que es imposible plantearse para ellos la exposición. Sin embargo, para una gran parte de pequeños y medianos ahorradores es simplemente una cuestión de desconocimiento.
Por qué se tiene tanto miedo a la inversión
En una primera instancia el miedo a la inversión viene dado por el miedo a la pérdida de patrimonio. Es un error pensar que la diferencia entre quien invierte y quien no lo hace es que a uno no le importa perder patrimonio y al otro sí.
A nadie le gusta la pérdida patrimonial, pero el inversor sabe que para obtener una mejor proporción de rentabilidad necesita asumir mayores posiciones de riesgo. Esto, para la inmensa mayoría de inversores es exactamente así: a menor nivel de riesgo menor rentabilidad, a mayor nivel de riesgo mayor proyección de rentabilidad.
¿Pero si el miedo o rechazo a la perdida es algo que acumulamos todas las personas porque unas aceptan invertir y otras no? Como indicamos al comienzo se trata de una mezcla de sesgos y cultura financiera.
Qué son los sesgos
Los sesgos son características psicológicas que nos incitan a comportarnos de una u otra manera en relación a nuestro dinero.
No sólo los encontramos relacionados con la inversión, también, por ejemplo, con el consumo.
En este caso existen diferentes sesgos que hacen que se multiplique la sensación de riesgo para el inversor novato. Van desde el más básico que sería la aversión al riesgo hasta otros como la memoria selectiva que asocia la rentabilidad sólo con la protección patrimonial, o la victimización en la cual se asume que la inversión es sólo para expertos.
Cómo influye la cultura financiera
A lo anterior se une la cultura financiera como herramienta determinante. Alguien que adquiere a través de la lectura y la formación ciertos niveles de cultura financiera es capaz de comprender el funcionamiento de las herramientas inversoras, y determinar cuáles pueden ser adecuadas o no según su base tanto de conocimiento como de perfil inversor.
Pero, más aún, será alguien capaz de rebatir los sesgos que le frenan a la hora de tomar decisiones inversoras.
¿Hay alguna manera de romper con ese miedo inversor?
No es sencillo. Sin embargo, es posible. Habría una serie de consejos que deberían tenerse en cuenta al respecto. Los más relevantes serían los siguientes:
No invertir nunca con dinero cuya perdida suponga un problema económico grave. Del mismo modo, no emplear el dinero procedente de los fondos de emergencia o de las herramientas de ahorro
No elegir herramientas complejas para las primeras inversiones. Resultará mucho más adecuado invertir inicialmente en productos tranquilos como pueden ser los fondos indexados que hacerlo en el mercado de criptomonedas
Acceder a ciertos niveles de formación. No es necesario convertirse en un experto, pero es importante adquirir algunos conocimientos básicos sobre la inversión en las herramientas que se utilizan. Esto no es complejo y en la actualidad se encuentra al alcance de cualquiera.