El miedo es un mal consejero, de eso no cabe duda, sin embargo, en lo relativo a nuestro dinero y su gestión es difícil evitar el hecho de no sentir temor cuando se habla de la gestión de nuestro patrimonio.
Aunque hay por supuesto más, éstos serían los miedos más comunes que se derivan de la gestión financiera, así como algunas ideas para poder hacerles frente con eficacia.
Claro está que no todas las personas asumen los mismos riesgos y, por tanto, los niveles de miedo son diferentes en las finanzas personales. También es cierto que existen dentro de todo esto personas que no tienen miedos a la gestión financiera independientemente de su patrimonio, o, todo lo contrario, personas con patrimonios amplios como para no atemorizarse pero que viven realmente prisioneros de sus miedos ante la gestión financiera de sus recursos.
Veamos algunos de los escenarios más habituales que generan este tipo de miedo en la gestión financiera propia:
Aprenda en este post a reaccionar ante un cargo indebido en su cuenta
Un accidente que mine mis recursos económicos y trunque mi gestión financiera
Es uno de los más comunes y lo es por lo incontrolable de la posibilidad de que ocurra cualquier tipo de accidente o suceso que nos obligue a echar mano de nuestras cuentas bancarias. Aquí nos vale perfectamente el ejemplo del aseguramiento de una casa recién construida o una casa de 100 años que muestra incluso grietas estructurales; aún siendo extremos, es obvio que quien va a asegurar la casa recién construida debiera sentir menos miedo que quien va a asegurar la casa vieja, y por extensión la póliza del segundo (si se puede llegar a afirmar) será muy superior a la del primero.
Para luchar contra el miedo en este aspecto por tanto lo primero es asumir realmente un control del riesgo; ante la posibilidad de accidentes caseros valorar el estado de nuestra vivienda, si conducimos 1000 km al año no será lo mismo que si conducimos 100000… y así con todo.
En cualquier caso poseer un colchón de emergencia, algo que siempre se incorpora en todos los planes de gestión de economías domésticas, puede ser la diferencia entre tener que tocar lo que no nos gustaría de nuestro patrimonio y no hacerlo.
Voy a perder mis ahorros en el mercado de valores arruinando la gestión financiera
Se trata de un riesgo también muy habitual, y, sin embargo, de un riesgo perfectamente evitable. Y es que en este caso si una persona sufre por la evolución de sus inversiones en el mercado de valores lo más recomendable directamente es no participar en el mismo y buscar otras opciones más seguras y, sobre todo más tranquilas, para su dinero.
Dicho esto,generalmente la participación de un usuario medio en los mercados de valores bien a través de la compra de activos o bien participando a través de fondos de inversión, no es ni con mucho equivalente al 100% de su patrimonio. Esto significa que efectivamente juega con una parte de su patrimonio pero apuesta por el riesgo en favor de obtener rendimientos, en la inversión no hay rendimiento alto sin riesgo elevado. Si se está dispuesto a asumir el riesgo sobre un porcentaje del patrimonio no se debe sufrir en exceso por su destino ya que se puede limitar perfectamente los niveles de pérdidas a porcentajes tolerables según el perfil de cada uno.
Me van a despedir y voy a perder mis ingresos estables
El miedo a perder el empleo y estar en desempleo son dos de los motivos fundamentales por los que se genera estrés en los últimos años, más incluso que el estrés producido por el desarrollo del trabajo. El miedo a ser despedido y su repercusión económica en el patrimonio familiar es totalmente legítimo y, sin embargo, absolutamente inútil.
La mejor manera de combatir el miedo a la situación que puede derivarse de la perdida de empleo es precisamente planificar dicho situación de la mejor manera posible; comience a planificar una política de gastos acorde a la ausencia de sus ingresos para estirar al máximo los recursos, estudie qué gastos pudo recortar y si puede obtener ingresos de algún sitio mientras tanto, y, por supuesto, comencé a planificar su futuro profesional en la medida de lo posible, es decir, comience ya mismo a promocionar su currículum o a revisar ofertas de empleo.
Qué pasará con mi gestión financiera cuando me jubile
Se trata de otro miedo más que razonable en los tiempos actuales. Damos por sentado que el actual sistema de pensiones se va haber superado con mucho en muy pocos años, por lo cual, nos encontraremos en un panorama en el que las pensiones no bastarán en absoluto para mantener la calidad de vida de las personas que hasta ese momento se manejaban con sus ingresos derivados del trabajo.
Sin embargo, como ocurre con algunos de los anteriores, este miedo es perfectamente controlable; se trata simplemente de de entender que necesitamos complementar nuestros ingresos durante la jubilación, y, que para ello, el mejor recurso posible es el ahorro durante nuestra vida laboral. Las opciones son múltiples y las posibilidades muchas, pero en general, lo aconsejable es calcular cuánto dinero vamos a necesitar para complementar nuestra jubilación y ahorrar en función de este hecho lo cual nos aportará sin duda tranquilidad.
Nunca se acaban mis deudas
Este es otro temor comprensible y además muy extendido sobre todo entre las personas con deudas periódicas como por ejemplo una hipoteca. Aquí realmente la manera de tratar de paliar este miedo parten de dos cuestiones; por un lado tener un plan de gestión de la economía doméstica y por otro lado aumentar nuestros conocimientos financieros básicos.
La primera de las cuestiones tiene que ver con el hecho de controlar al detalle nuestros gastos e ingresos; esto nos va a permitir trazar un mapa de gastos racional, en el que eliminemos el gasto superfluo y donde podamos realmente controlar al máximo nuestras posibilidades. En el segundo caso, aumentar nuestras nociones de cultura financiera y conocimientos básicos lo que nos ayudará es a determinar qué productos financieros son los más adecuados a la hora de poder afrontar la solicitud de financiación para cualquier motivo, no olvidemos que en buena medida las deudas financieras establecen por una mala gestión del crédito.
Mis gastos y los gastos de mis hijos…
Parece que no pero realmente este es un miedo muy extendido. Y también muy razonable. La tasa de paro juvenil en nuestro país sigue siendo la más elevada de Europa sólo por detrás de Grecia, la sensación generalizada es la de que nos enfrentamos a una generación completa que ha perdido al menos una década dentro de lo que podríamos considerar períodos razonables para las carreras profesionales. Esto fuerza a las economías domésticas no sólo por el hecho de la obligación de mantener a los hijos hasta mucho más tarde que antaño, sino porque el aumento de la edad media de los padres, hace que coincida con periodos cada vez más cercanos a la jubilación en los que la presión por el ahorro es aún mayor.
Obviamente para evitar estos miedos lo que resulta necesario es establecer una dosis de realidad. No se puede vivir por encima de las posibilidades de cada economía doméstica, algo que en un plano muy superior ya hemos visto reflejado en cómo la crisis barrió primero los países que vivían por encima de sus posibilidades como el nuestro.