La construcción ha sido, desde el fatídico año 2007, uno de los sectores que más ha adolecido la recesión. Y la consecuencia más sangrante del estallido de la burbuja inmobiliaria ha sido, como no podía ser de otra manera, la pérdida de puestos de trabajo.
En 2013, por primera vez, la cifra de empleados de la construcción no alcanzó el millón de trabajadores. Los obreros se han bajado del andamio para dirigirse acto seguido a las colas del paro, y sus perspectivas de encontrar un empleo son ahora tan negras como el carbón que durante años movió la industria española, otro de los sectores más afectados por la crisis, que solo en el último año ha perdido 109.500 trabajadores.
Esta caída, que sitúa el número de parados del sector industrial en 2,2 millones, ha sido la mayor registrada en el año 2013 por sectores de actividad, seguida por los 95.500 trabajadores menos que presentó la construcción, que además bajó el umbral del millón de trabajadores por primera vez desde el inicio de la crisis, lo que indica que, por más que algunos se muestren convencidos de que el fin de las vacas flacas se acerca, de momento la sociedad no se plantea volver a tropezar con la misma piedra, o en este caso, con el mismo ladrillo.
Y es que desde que comenzó la recesión se han perdido ya en este sector más de 1,7 millones de empleos en todo el país.
La agricultura fue la única actividad que generó puestos de trabajo, un total de 6.900, hasta sumar 790.000 empleados. Por ello, cada vez más personas se plantean la vuelta al campo como única forma posible para labrarse un futuro.
Por su parte, el empleo público tampoco pasa por su mejor momento, con 121.400 ocupados menos en el último año, la cifra más baja de la última década. Los recortes en el sector público llegaron a partir del año 2010 con la supresión de la contratación de nuevos trabajadores excepto en áreas como educación y sanidad, así como en las fuerzas de seguridad del Estado, donde se estableció una tasa de reposición del 10% sobre las bajas registradas.