La reforma de la jubilación que ha sido aprobada a comienzos de año, impactará negativamente en el bolsillo de los futuros jubilados, ampliando la brecha existente entre el último sueldo percibido y la pensión derivada del sistema público. Es por ello, que para quienes hoy son jóvenes, la adecuada planificación de la jubilación es una de las decisiones más importantes a tomar y que en mayor medida pueden afectar su vida futura.
Los planes de pensiones, los PIAS y los seguros de vida-ahorro, se perfilan como las mejores alternativas para evitar que los ingresos mermen en el momento de jubilarnos. El tomar conciencia sobre la necesidad de contratar estos productos, así como encontrar el momento más oportuno para hacerlo, resultarán fundamentales para nuestro futuro.
Hasta el momento, todos los españoles somos concientes de que al momento de jubilarnos, la pensión que cobraremos representará tan sólo un porcentaje del sueldo al que estábamos habituados. Sin embargo, reforma mediante, este porcentaje será menor, impactando en nuestros bolsillos con mayor peso. La ampliación de 15 a 25 de los años que se tomarán como base para el cálculo de la pensión, significarán una reducción de la base a considerar, ya que se actúa bajo el supuesto de que los mejores sueldos se perciben hacia el final de la carrera laboral. El crecimiento en capacitación y en el puesto de trabajo, nos brinda el trampolín para el desarrollo laboral, y con ello el acceso a un mejor salario. Ahora, nuestra pensión se verá afectada por los sueldos percibidos al promediar la vida laboral, donde aún no hemos alcanzado la madurez profesional.
Es por ello, que el joven que ingresa al mercado debe tomar conciencia de su situación y utilizar sus años mozos, para asegurarse el futuro.
A partir de ahora, los ciudadanos deberán planificar con mayor antelación el ahorro de cara a la jubilación, apostando en mayor cuantía y aprovechando al máximo los beneficios fiscales asociados.
No debemos olvidar que los planes de pensiones cuentan con un importante respaldo fiscal, ya que las aportaciones efectuadas a los mismos se deducen directamente en la base imponible de la declaración de la renta, sirviendo para el futuro y tornando inmediato el beneficio.
Según datos proporcionados por KPMG pueden ayudarnos a clarificar este punto. De acuerdo a los análisis efectuados por la consultora una persona que efectúe una aportación anual de 1.000 euros a un plan de pensiones entre los 25 y los 35 años, obtendrá al momento de jubilarse un capital de 112.500 euros, tomando en cuenta una rentabilidad del 7% anual. Quien bajo las mismas condiciones, efectúe aportaciones entre los 35 y los 65 años (es decir 30 años y no 10 como en el primer caso), obtendrá un capital de 102.000 euros. Es decir que con un tercio de los aportes iniciados una década antes obtendremos al final de nuestra vida laboral un capital muy similar.
Cuánto más joven sea la persona que contrata el plan de pensiones, mayor podrá ser el riesgo que asuma en su inversión. Esta situación deviene del hecho de que se cuenta con más tiempo para recuperarnos de una mala decisión, sin poner en riesgo el resultado final.
La combinación de la apuesta por inversiones en renta fija y renta variable, dependerán de la rentabilidad pretendida por el inversor y del tiempo con el que se cuente. Para obtener un rendimiento de al menos un 5% en un horizonte de 18 años, la consultora Mercer recomienda invertir un 30% en renta variable y un 70% en planes de renta fija.
Al efectuar la planificación deberemos siempre tener presente los posibles caprichos de los mercados y armar una cartera balanceada que nos proteja de las sorpresas desagradables.