Según sea el IPC (Índice de Precios al Consumo) de este año 2011 y su evolución en el año 2012, nuestro poder adquisitivo se resentirá más o menos.
La inflación es un impuesto oculto que el ciudadano medio no percibe. Cuando aumenta el nivel general de precios, las deudas pierden valor (tanto las privadas como la deuda pública) y nuestro patrimonio también. Por ello, tener dinero en una cuenta corriente sin remuneración es la mejor forma de arruinarnos sin arriesgar. Cada año iremos perdiendo valor, sin necesidad de hacer nada más que tener el dinero en el banco.
La inflación también tiene efectos en los impuestos que pagamos. Si suben los precios, sube el IVA, por ejemplo. En el IRPF, si las tarifas no se deflactan cada año (se adecuan a la inflación), pagamos más cada año a pesar de que nuestro poder adquisitivo se haya mantenido estable.
Además la inflación como impuesto no tiene costes de recaudación. Los países menos desarrollados, cuyo sistema tributario es muy endeble, la utilizan a modo de impuesto clásico: para pagar a sus proveedores, por ejemplo, el Estado imprime papel moneda (o anotaciones en cuenta). Aumenta la oferta monetaria, baja el precio del dinero (aumenta la inflación, ya que hay que pagar más dinero por el mismo bien o servicio). Esta política es nefasta a medio plazo, ya que produce que la moneda nacional valga menos respecto al resto de divisas, con lo que el país se empobrece respecto al exterior.
En los países más desarrollados los mecanismos para contener la inflación son claros, como por ejemplo el mandato en este sentido que tiene el Banco Central Europeo (BCE). El arma más conocida para combatirla es aumentar los tipos de interés: si el crédito es más caro, hay menos consumo e inversión, con lo que los precios de los bienes y servicios experimentan menos demanda y, por tanto, menos presión al alza de sus precios.
El último boletín mensual del Banco de España nos indica que el BCE ha decidido mantener el tipo de interés al 1,5%, dado que perciben una desaceleración del ritmo de crecimiento de la economía en los últimos meses. Y aumentar los tipos contraería aún más el leve crecimiento (con los devastadores efectos en el empleo que ello conlleva).
El objetivo del BCE es mantener la inflación a medio plazo a un nivel inferior, aunque próximo, al 2%. En base a ello, el IPC de España del 2012 podría estar próximo al 2%.
En julio de 2011 la tasa de inflación interanual de la zona euro (IAPC) se situó en el 2,5%, frente al 2,7%del mes de junio. En los próximos meses las previsiones es que la inflación se mantenga claramente por encima del 2%, dado el aumento del precio de la energía y otras materias primas. Y el previsible aumento de los impuestos para sanear las finanzas públicas también es un enemigo a la contención de precios.
Los salarios están creciendo a un ritmo inferior (1,7% interanual en el primer trimestre de 2011) al incremento de costes no-salariales, con lo que, sin duda, no se puede culpar a los trabajadores de la inflación actual.
La encuesta realizada por el BCE a expertos en previsión económica sobre la evolución de la inflación revela lo siguiente:
- Predicción de la inflación del año 2011 (IAPC): 2,6%.
- Inflación año 2012: 2%.
- Inflación año 2013: 1,9%.
- Inflación a más largo plazo: 2%.
Por tanto podemos concluir que la inflación para la zona euros del 2012 será del 2%, según las diferentes previsiones utilizadas.
En cuanto a la inflación en España, Funcas nos dice que la inflación cerró junio en el 3,2% (y julio de 2011 el IPC ha cerrado en el 3,1%). Sus previsiones son:
- IPC de 2011: 3,2% (escenario económico central). Si el crudo sufriera un ascenso importante, del 3,3%.
- IPC de 2012: 1,6%. Un 2,2%.
Sin duda no es la inflación la variable económica que nos tiene que importar en los próximos años, sino el crecimiento económico (PIB) y el paro.