Ante el inicio de nuevas etapas, aplíquese esto a cualquier orden de vida, tenemos una tendencia más que notable a reparar sólo muy ligeramente en los principales errores cometidos en las etapas anteriores, dando por sentado que nuevos sistemas, nuevas ideas o nuevas funcionalidades, cubrirán de hecho todos los posibles errores; obviamente esto es un error en sí mismo se aplique donde se aplique, pero, especialmente en algo tan delicado para las economías domésticas como la financiación y el crédito.
Puede existir, de hecho existe, una ligera sensación colectiva de que el cierre del grifo crediticio para la financiación personal, ese estrangulamiento por goteo a la concesión de créditos que lleva a cabo la banca de nuestro país, presenta de manera irrevocable un panorama en el que errores del pasado como el endeudamiento de la economía familiar a crédito, no son posibles, lo cual dista mucho de ser realidad.
- Evitar el peligro del sobreendeudamiento
Es más, tendríamos que tomar como referencia la modificación de las propuestas de financiación personal para comprender realmente hasta qué punto el peligro de endeudamiento crédito, peligro serio, sigue planeando sobre el usuario; y en este punto tenemos que acercarnos a un concepto de financiación personal tan atractivo a priori y con muchas posibles de dobles lecturas como puede ser el de los créditos preconcedidos.
Elegir bien el modelo de financiación
Separando opciones como los créditos nomina (directamente asociados a su plazo de amortización al ingreso en cuenta de la nómina del usuario) o las diferentes posibilidades de anticipo sobre nómina que las entidades financieras nos ofrecen, y que suelen resultar libres de intereses o con intereses muy bajos, cuando hablamos de créditos preconcebidos generalmente estamos hablando de una aplicación de la tradicional línea de crédito que se concedía en el ámbito de la empresa y el comercio, a la economía familiar; con todos los pros, pero también con todas las cuestiones relevantes que hay que tener en cuenta si no queremos caer en la peligrosa espiral de basar nuestra economía doméstica en el crédito.
Y es que este tipo de propuestas suelen trabajar sobre intereses fijos (que pueden oscilar entre 9% y el 11%) y sistemas que tras la reposición de lo dispuesto permiten el uso del resto de disponible hasta el límite máximo señalado, lo cual es una buena noticia para un caso de necesidad, pero tal vez, no tan buena noticia para aquellos usuarios que se enredan en la espiral de solicitar para cubrir, tan desafortunadamente habitual en relación a las tarjetas de crédito o los préstamos al consumo hace tan sólo cinco o diez años, todo ello sin olvidar que los impagos y retrasos en las amortizaciones también en estos productos pueden generar unos intereses y gastos de gran volumen.
En definitiva un producto que bien utilizado, efectivamente, puede ser una solución a problemas puntuales de financiación, pero, que sobreutilizado puede generar muchos más problemas que beneficios, incluyendo ese enemigo mortal de la economía familiar como es el hecho del endeudamiento a crédito.