La otrora exitosa jugada comercial de los bancos ofreciendo agresivas campañas por las tarjetas de crédito les está jugando en contra a las entidades financieras hoy. Esto es no solo por la ola de impagos, sino también por un descenso sin precedentes de volumen de compras con estos instrumentos.
Con el alza sin precedentes de la morosidad, las tarjetas revolving, aquellas que permiten al cliente pagar una compra a plazo y decidir cuánto y cada cuándo paga a la entidad, han quedado en el ojo del huracan.
Este tipo de tarjetas de crédito, que funcionan como si fuera un crédito al consumo siempre disponible, son el principal foco de la morosidad en España. En general, las entidades están muy preocupadas por este tema, y reconocen que el lanzamiento de estos productos se ha frenado en seco.
Fuentes de un banco español aventuran que la morosidad de las tarjetas puede haber superado ya el nivel del 7%. Sin embargo, otras fuentes apuntan a que el problema es mucho más pronunciado en los productos revolving, donde se manejan ratios de entre el 25% y el 30%. Según Equifax, la morosidad de las tarjetas creció en febrero un 77% en tasa interanual. Realmente mucho.
La respuesta de las entidades financieras ante el crecimiento de los impagos y las tensiones de liquidez fue un recorte del crédito disponible y endureciendo los criterios de concesión de las tarjetas.
Pero la banca no se quedado ahí. Después de mucho tiempo, las entidades financieras españolas han cancelado tarjetas a sus clientes. En sólo tres meses las entidades retiraron del mercado alrededor de 780.000 tarjetas, un 1% del total de plásticos emitidos. Según indican en un banco, fue una medida «para reducir el riesgo»
La consecuencia de estas medidas no se ha hecho esperar: el volumen de gasto se redujo casi un 3% en el último trimestre de 2008, tendencia que se está acelerando durante este año: en febrero el volumen se redujo un 7,5%.