Cuando nos referimos al mundo de los negocios, claro está que existe una serie de decisiones que resultan irrenunciables, independientemente del sector de negocios en el cual la empresa opere o de la actividad principal que esta desarrolle.
Fundándonos en la experiencia propia o ajena, es ampliamente difundido que una de estas decisiones a la que se enfrenta cualquier responsable en cualquier negocio, consiste en establecer un camino de acción y hacerse de los recursos para financiar a la empresa en el presente y en el mediano y largo plazo.
Podemos definir conceptualmente al apalancamiento financiero como la relación entre capital propio y crédito invertido en una operación financiera en particular. La principal ventaja que se percibe es que al reducir el capital inicial que es necesario aportar, se obtiene automáticamente un aumento de la rentabilidad obtenida de la referida operación.
Pero como todo tiene sus pros y sus contras, el mencionado incremento del endeudamiento a que se enfrenta la empresa, también aumenta los riesgos de la operación, dado que esto ocasiona una menor flexibilidad o lo que es lo mismo una mayor exposición a la insolvencia o incapacidad de hacer frente a los pagos
Es importante analizar el siguiente trade off. Al utilizar endeudamiento para financiar una inversión, esta deuda genera un coste financiero en concepto de intereses. Por otro lado, si la inversión produce un ingreso mayor a los intereses a pagar, el excedente resultante aumenta automáticamente el beneficio de la empresa.
Hay muchas actividades que utilizan el sistema de apalancamiento financiero y no solo nos estamos refiriendo en este caso a las actividades empresariales. A nivel de los hogares también es cada vez mas frecuente encontrar alternativas de uso del apalancamiento financiero.
A nivel de las familias podemos citar un ejemplo para esclarecer la situación. Suponga usted por ejemplo, que se adquiere una vivienda por 200.000 euros, se pagan 40.000 euros y los 160.000 restantes se financian mediante la contratación de una hipoteca.
Al mismo tiempo suponga que pasado un año, se produce una venta de la vivienda en 300.000 euros y simultáneamente se produce la cancelacion de la hipoteca, pagando de intereses 6.000 euros.
En el caso de que se hubiese adquirido la vivienda financiada unicamente con fondos propios, la rentabilidad hubiera sido del 50% -se obtienen 100.000 euros de beneficio- (incremento del valor del activo), pero al financiar 160.000 euros, a los 40.000 aportados se le obtienen 94.000 euros (300.000 – 160.000 – 6.000 – 40.000) de beneficio, esto implica, que se obtiene una rentabilidad de más del 200%. La misma situación puede apreciarse en las empresas.
De esta manera al no financiarse toda la inversión con fondos propios, sino apoyando en fondos provenientes de terceras partes es que el beneficio que se recibe en función de lo invertido es mayor, eso sí, siempre que el activo genere más intereses que el costo de financiarse con los fondos externos considerados en casa uno de los caso.