En general, la domiciliación de recibos trae muchos beneficios y escasas contras. Podemos estar al corriente de las obligaciones siempre, no estando pendientes de los plazos ni vencimientos, y evitamos que nuestros olvidos se transformen en perjuicios para nuestra familia.
Los bancos tienen múltiples facilidades para lograr que los clientes domicilien sus recibos en alguna de las cuentas de la entidad, otorgando promociones y beneficios para quienes lo hagan. No solo se pueden domiciliar los recibos de luz, teléfono, internet y casi cualquier servicio público, sino también impuestos, tasas y contribuciones.
Entre los impuestos y tasas que se pueden domiciliar encontramos al Impuesto sobre los Vehículos de tracción mecánica, al IBI (impuesto sobre los bienes inmuebles), al IAE (impuesto sobre las actividades económicas), tasa de vado, tasa de conservación y mantenimiento de cementerios y la tasa de residuos. Hay que destacar que para poder domiciliar dichos impuestos hay que llenar unos formularios en la dependencia gubernamental correspondiente y hay ciertos plazos para realizarlos.
Las entidades financieras dan muchas facilidades para domiciliar los distintos recibos, pudiendo hacer el trámite de las siguientes formas:
Si bien es un servicio muy útil, es importante tener en cuenta un par de cosas: al domiciliar un recibo, hay que prestar atención a ver que sucede con el primer pago. La solicitud no siempre puede llegar a tiempo y conviene ver si realmente el banco lo paga o si debemos hacerlo por nuestra propia cuenta. Otra salvedad son los tributos: las solicitudes realizadas 30 días antes de la fecha de tributación serán efectivas en el periodo siguiente de haberlas solicitado.
En fin, una buena idea para tener la cabeza en cosas realmente importantes, como la familia o algún partido de liga…