La conciencia de la importancia del ahorro ha crecido de manera notable en los últimos años dentro de las economías domésticas. Tal vez la propia imposibilidad de ahorrar ha ayudado a la toma de conciencia de su importancia. Sin embargo, aún se sigue asociando el ahorro con esfuerzo y restricción olvidando dos cosas básicas y probablemente más importantes: la planificación y la optimización.
Planificar nuestra economía domestica y optimizar la relación entre gastos e ingresos es algo de lo que se habla mucho y se practica poco. Todo cambiaría probablemente si se tomara conciencia real del ahorro anual que puede suponer.
Vamos a proponer diez cosas sobre las que podemos incidir directamente para optimizar nuestras finanzas domésticas. Un decálogo que, como se podrá comprobar, tampoco es tan difícil de poner en práctica.
Equilibra tus gastos
Consumir es atractivo. No podemos negarlo. Sin embargo una buena planificación de los picos de consumo del año puede permitirnos racionalizar y equilibrar el gasto. Si, por ejemplo, sabemos de antemano que nuestros picos de gasto son las navidades y las vacaciones de verano, significa que el gasto que aumentamos en esos periodos debe compensarse con la contención del mismo en otros periodos.
Ataca tus tarifas
Cuestión básica. Revisar todas y cada una de las tarifas de nuestros recibos comunes mensuales deben ser revisadas y comparadas con la oferta de mercado. En muchas ocasiones la dejadez de lo malo conocido nos priva de un ahorro verdaderamente importante.
Planifica y ejecuta
Es muy importante crear un plan de ingresos y gastos mensuales y atenerse al mismo de manera estricta. Además de poder obtener una visión global muy necesaria de nuestra economía personal esta acción nos permite incidir sobre uno de los grandes enemigos del ahorro: los gastos no contemplados como habituales o de exceso de consumo.
Rentabiliza tu dinero
No es buen momento para el ahorro remunerado, es cierto, pero por baja que sea la remuneración siempre será superior al dinero dormido debajo del colchón. Busca la oferta de producto que más remuneración te aporte y más se ajuste a lo que demandas en relación a la liquidez y disponibilidad.
Deudas no gracias
Huye del endeudamiento. Aquella regla de nuestros padres que decía si no lo puedo comprar no lo compro sigue teniendo vigencia absoluta. Dentro de este apartado también se engloba un uso más racional de las tarjetas de crédito.
Gasta en función de lo que tienes
Los años de vacas gordas introdujeron en nuestro país un concepto envenenado en el que parecía que la medida del gasto se fijaba en relación al tope de crédito que éramos capaces de obtener. Muerto y finiquitado ese camino el gasto se debe entender siempre en función de nuestros ingresos reales y ser tratado en consecuencia.
Liquidez si crédito no
Eliminar las deudas de financiación como préstamos al consumo y similares es un objetivo prioritario. Tómatelo como una inversión en la que, una vez libre de las deudas y sus intereses, habrás ganado un porcentaje más de ahorro. Usa cualquier remanente disponible para ir saldando estas deudas como acción prioritaria.
Compra con cabeza
Las compras de segunda mano, las rebajas, los outlets, las ofertas…existe todo un abanico de posibilidades para realizar las compras de cualquier tipo de producto y obtener ahorro. Usa todas estas posibilidades.
Relación calidad precio al poder
Ahorrar no es (solo) comprar a bajos precios. Hoy en día la posibilidad de contratar las cualidades de los productos son enormes. Compara, lee opiniones de consumidores, indaga sobre los diferentes productos antes de decidir una compra.
Este es mi plan hay otros planes pero este es mi plan
Una vez detectadas las claves de nuestros gastos e ingresos y realizando las actividades de esta lista, se impone plasmar todo ello en un plan de acción. No es difícil, se trata de plasmar nuestros ingresos, nuestros gastos obligatorios, los porcentajes destinados al ahorro, a los caprichos…se trata realmente de crear un sistema al que atenernos, que funcione y del que no desviarnos.