A pesar de una reducción en el uso considerable durante estos últimos años, las tarjetas de crédito siguen siendo uno de los productos financieros más utilizados (si no el más) entre las ofertas de servicios de las entidades financieras.
No obstante, a pesar de esta familiaridad en el uso no resulta extraño que el usuario desconozca muchos aspectos relacionados con sus propios tarjetas, uno de ellos, fundamental, es realmente el coste que le puede llevar a suponer mantener su tarjeta de crédito.
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De hecho, los costes de una tarjeta de crédito mal controlados pueden suponer un gasto añadido verdaderamente elevado, al que, tal vez, no solemos prestar la atención que se merece, habida cuenta tanto del nivel de uso de estos productos como del dinero que gestionamos a través de ellos.
Lamentamos informarle que de un modo u otro su tarjeta está necesariamente asociada a un coste, incluso cuando se nos presenta como gratuita. Podemos encontrar en este caso tres escenarios diferenciados:
- Bonificacion en el coste: se trata de ofertas que realizan una reducción sobre el coste de contratación y mantenimiento de la tarjeta, generalmente se trataba de un descuento concreto sobre ambos conceptos durante un periodo de un año. Hablamos el pasado porque esta opción prácticamente no se utiliza en la actualidad.
- Eliminación del coste de contratación: probablemente sea la opción más frecuente, es la que se anuncia en muchas ocasiones como tarjeta gratuita, aunque, realmente lo es sólo en relación coste de contratación, ya que presentará un coste de mantenimiento anual determinado.
- Tarjeta sin coste: se trata de ofertas en las que se eliminan tanto los costes de contratación como los costes de mantenimiento, las variantes más habituales son por un lado aquella que elimina estos costes sólo durante un año (o un periodo determinado que puede ser variable en función de cuestiones como el uso de la propia tarjeta) a partir del cual volverá a asumir costes de mantenimiento, o, tarjetas que efectivamente todos los costes tanto de contratación como de mantenimiento para siempre.
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Tarjetas de crédito
Hoy en día generalmente cualquiera de las tres opciones anteriores nos va a llegar a través de la vinculación con la entidad en otros productos, generalmente domiciliación es de nomina o contrataciones de cuentas bancarias. Conviene siempre en este momento de terminar realmente cuál es el alcance de la gratuidad que se nos ofrece, ya que, como hemos comprobado, los tres escenarios más habituales difieren mucho entre sí.
Realmente la única comisión habitual con la que nos podemos encontrar en una tarjeta al margen de su uso es la comisión de mantenimiento. Del mismo modo que ocurre en las cuentas bancarias estas comisiones con el tiempo han tendido a la reducción, cuando no a la desaparición.
Son habitualmente objeto de negociación en la vinculación del usuario con una entidad, esto quiere decir que se trata de uno de los primeros puntos de posible bonificación a los que recurre la entidad bancaria cuando pretende atraer a los clientes a paquetes de servicios como por ejemplo las cuentas nómina. Ojo, que en estas circunstancias resulte habitual la eliminación de la comisión de mantenimiento no significa que esta comisión haya desaparecido ni mucho menos. La aplicación de estas comisiones difiere entre las diferentes ofertas y la podemos encontrar generalmente aplicada en forma una cuota fija constante, siendo muy frecuente su presencia cuando realizamos una contratación de tarjeta en solitario no ligada a la contratación de otro producto.
Por supuesto, en cualquiera de las anteriores circunstancias, cuando vamos a incorporar tarjetas de crédito nuevas a nuestros productos financieros debemos exigir información clara al respecto; qué supone el coste de contratación si lo hay y que supone el coste de mantenimiento no sólo durante el primer año sino durante la vida del producto, y, si se encuentra exento, cuáles son las condiciones que lo mantendrán en este estado.
Realmente este es el punto fundamental a tener en cuenta a la hora de determinar el gasto real de nuestra tarjeta. no resulta comparable en absoluto con ningún otro gasto, ya que, de hecho este será el concepto por el que más dinero pagada por el uso de su tarjeta en todos los casos.
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Comisiones tarjetas de crédito
Resulta básico conocer a este nivel realmente cuáles son las comisiones que nuestra tarjeta genera con su uso, aquí es difícil establecer una medida ya que las propuestas son muy diferentes no sólo entre entidades sino también entre clientes una misma entidad puede llegar a serlo en función de los niveles de vinculación etc., generalmente vamos a distinguir tres tipos básicos de comisiones:
- Comisión por disposición de crédito: llamaremos así a la comisión que se nos carga por el hecho de utilizar toda o una parte del crédito que la tarjeta nos provee, independientemente de si se hace en un pago aplazado o en un pago con cargo al mes siguiente.
- Comisión por disposición en metálico: se trata de una de las comisiones más gravosas y a la que debiéramos prestar más atención ya que está en el origen de muchos endeudamientos iniciados con tarjeta. De media podemos afirmar que el uso de estas tarjetas de crédito como medio de financiación para la disposición de dinero metálico es mucho más caro que recurrir para el mismo fin a otros productos de financiación presentes en los catálogos de las entidades bancarias.
- Comisión y gastos por impago: las tarjetas son inflexibles generalmente con sus fechas de cargo de los gastos por disposiciones. Esto en una economía bien planificada puede no suponer un gran problema ya que se tendrá controlada la fecha y el impacto, sin embargo, la realidad es que en muchas ocasiones las tarjetas cargan sus gastos contra cuentas que en ese momento o no disponen de todo el efectivo o directamente no pueden hacer frente al coste de lo dispuesto, en este caso se generan gastos y comisiones muy elevados.
Ni que decir tiene que en cualquiera de estos tres casos la información previa es básica, probablemente conocer los datos de los costes de nuestras tarjetas sea la mejor receta para un uso más inteligente de las mismas. en general lo cierto es que vivimos en un país en el que el uso de las tarjetas es mucho más caro que la media, baste recordar que nos situamos en el segundo país de todo el ámbito europeo en lo que se refiere a condiciones elevadas por disposición de metálico, un concepto que muchos países directamente ya está eliminado mientras que nuestro presenta un gasto ciertamente elevado.
Todo lo anterior hace que sea estrictamente necesario, a partir de esta clasificación de gastos y comisiones por ejemplo, conocer realmente cuáles son los costos que nuestro producto nos proporciona al cabo del año; si nunca lo ha hecho anteriormente puede que resulte sorprendente el gasto que una tarjeta no optimizada acarrea.