Se trata de una regla que puede sernos realmente de utilidad para todo tipo de decisiones en nuestra vida, y ahora te vamos a explicar por qué.
Todos los métodos de control de gasto, tienen el mismo punto de partida: el análisis de la necesidad de la compra o del gasto que vamos a efectuar. Básicamente, se trata de utilizar una herramienta que nos permita que este análisis sea lo más real posible.
Existen personas a las que les basta con echar un vistazo a sus finanzas personales para saber si un gasto es adecuado o no. Sin embargo, también existen personas que necesitan mucha más implicación emocional a la hora de tomar sus decisiones financieras. Para este último tipo de personas, la regla del 10/10/10 es muy adecuada.
Esta herramienta resulta, como ya hemos mencionado antes, tremendamente útil para todo tipo de decisiones que vayamos a tomar en nuestra vida, y claro está, especialmente para las decisiones financieras desde un punto de vista emocional.
Lo que debemos hacer, cuando vamos a llevar a cabo una compra, un gasto, o incluso la contratación de un servicio, es responder a las siguientes preguntas:
- ¿Cómo me sentiré acerca de esto los próximos 10 minutos?
- ¿Cómo me sentiré acerca de esto en 10 meses?
- ¿Cómo me sentiré acerca de esto en 10 años?
Cómo funciona la regla del 10/10/10
Si todas las preguntas coinciden en lo positivo, es muy probable que acabes tomando la decisión financiera, pero, si las respuestas resultan ser muy dispares entre sí, deberíamos cuestionarnos sobre si realmente merece la pena esa compra que íbamos a efectuar, y obviamente si nuestra conclusión es negativa, no debemos comprar.
Lo mejor para que puedas entender de forma adecuada el funcionamiento de este sistema, es mediante un ejemplo.
Podemos suponer que ya tenemos un dispositivo móvil, pero que hemos encontrado una oferta para otro dispositivo móvil nuevo, de manera que sería un gasto que no debemos hacer por obligación, ni por necesidad, pero si por consumo.
Ahora bien, supongamos que esto nos va a suponer un desembolso de unos 600€, y que nos apetece realizar la compra, a pesar de que no es realmente necesaria. Ahí es cuando debemos hacernos las 3 preguntas claves:
¿Cómo me sentiré acerca de esto dentro de 10 minutos? Lo más probable es que estemos emocionados con la adquisición de un nuevo móvil, nos invadirá esa sensación de felicidad inmediata que nos produce el consumismo.
¿Cómo me sentiré acerca de esto en 10 meses? Esta pregunta es un tanto complicada y requiere un ejercicio de honestidad por nuestra parte. De manera que, es muy probable que en 10 meses sigamos utilizando el dispositivo móvil, pero también es probable que nuestro anterior dispositivo siga funcionando en perfectas condiciones, lo que supondría un gasto de 600€ que podríamos haber invertido de mejor forma si los hubiéramos ahorrado, por ejemplo, o incluso si los hubiéramos destinado a otro gasto más necesario. Es aquí cuando debemos razonar si realmente merece la pena asumir el gasto, o solo se trata de puro capricho.
¿Cómo me sentiré acerca de esto en 10 años? Siendo realistas, el dispositivo móvil que hayamos comprado, ya no nos servirá en 10 años, y tampoco el que tuviéramos antes de comprar ese. Por lo tanto, si pensamos a largo plazo, el rendimiento de ambos teléfonos va a ser más o menos parecido y su futuro también. En este momento, es más fácil imaginar no haberse gastado 600€, que haber asumido ese gasto en algo que no nos hacía falta en realidad.
En conclusión, no es necesario realizar ese gasto, probablemente porque es una compra errónea, y está mal enfocada a nuestra economía personal, ya que podríamos haber empleado ese dinero para tomarnos unas vacaciones, si pensamos en un objetivo inmediato, o para el ahorro de la jubilación, si pensamos más a largo plazo.