Las declaraciones de Robert Zoellick, publicadas en el día de ayer en el Financial Times, han abierto a un nuevo debate, donde la atención se centra en el sistema de monedas flotante.
El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, ha manifestado en una entrevista publicada ayer en el Financial Times, la necesidad de que las principales economías mundiales evalúen la posibilidad de volver al patrón oro como referencia para las paridades de sus monedas.
La convertibilidad en oro, finalizó en 1971, cuando se dio por cerrada la era del sistema Bretton Woods. Este sistema fue originalmente instituido en 1945. El mismo se basaba en la fijación del valor de la moneda (dólar), en función de su peso en oro. Así se instituyó un sistema donde los tipos de cambio eran fijos, aunque eran susceptibles de cierto ajuste vinculado a la evolución de los precios del metal dorado.
En las palabras de este especialista, tanto el dólar, el euro, el yen, la libra y el yuan chino deberían considerar la posibilidad de utilizar el oro como punto de referencia. De esta forma, el oro se convertiría nuevamente, en una referencia internacional sobre las expectativas de los mercados respecto a la inflación, la deflación y los futuros valores de las monedas.
En su opinión, esta no es una idea descabellada, ya que si bien por un lado, muchos pueden considerar al oro como una moneda vieja, la realidad nos indica que los mercados han vuelto a confiar en el metal dorado, como activo monetario alternativo.
Esta propuesta ha generado bastante revuelo, y los expertos ya han salido a defender distintas posturas.
Entre los detractores a esta propuesta encontramos a Nouriel Roubini, quien ha manifestado que la vuelta al patrón oro no es realizable, ni deseable.
Por otra parte, Paul Krugman, (Nobel de Economía), señaló que esta medida sólo serviría para aumentar la presión en la cotización del oro. Ayer, el precio del oro, superó por primera vez los 1.400 dólares por onza y continúa en la senda alcista. Asimismo ha manifestado que el anclaje a un patrón tiene un efecto deflacionista, contraproducente en un contexto como el actual. Volver a tipos de cambio fijos, imposibilita a los gobiernos la utilización de una útil herramienta económica, impidiendo la promoción de políticas monetarias expansivas.
Si bien, la propuesta vinculada al patrón oro, tiene por objeto evitar la guerra de divisas, en la actualidad resulta una idea bastante utópica, ya que generaría una política monetaria excesivamente rígida, la cual podría afectar negativamente al crecimiento y al nivel de empleo.