No es bueno estar muy endeudado. Si bien un cierto nivel de deuda es necesario para producir un crecimiento (una hipoteca, para poder tener la casa propia, un préstamo para poner un emprendimiento propio, un crédito para poder estudiar), si uno debe más de lo que se puede pagar, entonces estamos en un problemón.
Esta lección la hemos aprendido muchos españoles, pero sobre todo lo están aprendiendo muchos países. Si bien hay unos pocos casos donde la deuda no influye demasiado en la vida financiera de un país -caso Estados Unidos, el mayor deudor del mundo-, hay muchísimos otros casos donde la deuda soberana marca la agenda de los mercados y puede llegar a dañar duramente la situación económica de todo un país y de sus habitantes.
Esto es lo que sucedió con Grecia -al borde de la cesación de pagos- y lo que le está sucediendo a economías bastante más grandes que la helénica, como ser Irlanda, Portugal, España o Italia, en ese orden. La elevada deuda que poseen estas economías son producto de los abultados déficits con los que conviven desde hace años, y que las obliga a tomar préstamos -a través de emisiones de bonos- para cubrir estos gastos. Al ser el problema del déficit crónico, la deuda continua su camino ascendente.
Los inversores están dandole la espalda a las opciones más riesgosas, el miedo se está apoderando de las plazas de deuda soberana y, en este contexto, el riesgo país de estas naciones está subiendo. Esta semana, el riesgo país de Irlanda y Portugal se ha disparado hasta máximos. Sin embargo, ha vuelto parte de la calma perdida y al cierre de la semana el diferencial del bono irlandés a 10 años con el alemán al mismo plazo se ha colocado en 405 puntos básicos y el del portugués se ha situado en 383 puntos básicos. ¿España? Parece haber encontrado el punto de equilibrio en torno a los 180 puntos básicos.
Precisamente, el problema de la deuda soberana y el déficit fiscal ha mostrado nuevamente su correlación con lo que sucedió en Irlanda esta semana pasada: ha tenido que salir a rescatar a varios de los más importantes bancos del país, a través de una inyección de unos 12.000 millones de euros, que llevan al total de la ayuda a unos 45.000 millones de euros.
Esto no ha hecho más que agravar el problema de la deuda en Irlanda, que podría alcanzar este año el 99% del PIB, sin contar con el valor de los activos bancarios devaluados por el rescate. El objetivo de reducir el déficit al 3% para 2014 parece casi imposible, y al parecer al país no le quedará otra que enfrentar nuevos planes de ajuste. Hasta ahora, los irlandeses han sufrido las consecuencias del plan de austeridad, pero deben prepararse para ajustarse aún más el cinturón, a pesar de que la economía cayera un 1,2% en el segundo trimestre.
Según The Wall Street Journal, el gobierno irlandes puede resistir sin realizar nuevas emisiones de deuda hasta principios del año que viene. Habrá que ver como llega hasta allí y cual es la situación de los mercados con la nueva emisión de bonos soberanos. Mientras tanto, los católicos en Irlanda rezan por que el sistema bancario haya sido finalmente saneado. Con ello, y con un leve repunte de las exportaciones (representan un 80% del PIB), la nación verde podrá recuperar el paso. Aunque los mercados aun no se fian de ello.