Cada día aparece algo nuevo en el mundo de las inversiones. Hace unos años, los ETFs (fondos cotizados en bolsa) se volvieron populares por su facilidad de uso: «Compras uno, lo olvidas y ya está.» Pero últimamente, algo está diferente. Los ETFs activos están comenzando a generar interés. ¿Qué los hace únicos? Hablemos un momento sobre eso.
¿Qué distingue a los ETFs activos?
Los ETFs de toda la vida son como ir a la moda. Compras uno que imita un índice como el IBEX 35 o el S&P 500, y su tarea es sencilla: hacer lo mismo que el índice. Justo así.
Ahora, los ETFs activos están en un nivel diferente. Hay personas a cargo que siempre están tomando decisiones. El objetivo no es solo «seguir la corriente», sino encontrar ganancias superiores a las del mercado.
¿Cómo? Ajustando las inversiones de acuerdo a las oportunidades que observan. En otras palabras, estos ETFs son como un coche automático, pero con una persona al volante por si necesita evitar algún obstáculo.
¿Son solo beneficios?
Los ETFs activos tienen ventajas, pero no son ideales.
Lo positivo:
- Mentes creativas: Tienes profesionales que se encargan de tu dinero. Ellos se encargan del trabajo pesado: estudian mercados, seleccionan acciones y hacen los movimientos necesarios…
- Flexibilidad: ¿Qué ocurre si hay una crisis de manera inesperada? Un ETF activo puede ajustarse mucho más rápido que uno pasivo.
- Claridad y disponibilidad. Aunque son activos, siguen siendo ETFs. Las compras y vendes en la bolsa como si fueran acciones, sin complicaciones.
Lo negativo:
- La gestión activa es más cara, y esos costos pueden reducir tus ganancias.
- ¿Qué pasa si no aciertan? Los gerentes son personas. Pueden cometer errores, y no hay aseguramiento de que siempre van a superar al mercado.
- A veces, los gestores no muestran todas las posiciones que poseen. Es un poco como jugar al póker con las cartas ocultas.
¿Vale la pena?
Todo depende de lo que necesites. Si deseas mantener tu inversión sin tocarla y olvidarte durante años, quizás los ETFs activos no sean lo mejor para ti. Pero si estás listo para correr un poco más de riesgo a cambio de la posibilidad de ganar más dinero, pueden ser una buena opción.
Ah, y una cosa más: aunque suenan modernos y elegantes, los ETFs activos no son una solución mágica. Lo más importante es que se adapten a lo que necesitas. ¿Tienes una meta clara? ¿Te sientes bien con los riesgos? Aquí tienes algunas preguntas que deberías considerar antes de empezar.
¿Qué muestran los datos?
Para que lo entiendas, a finales de 2024, los ETFs activos manejaban más de un billón de dólares en todo el mundo. Es una locura. Y lo mejor (o peor, según tu perspectiva) es que este tipo de fondos continúa creciendo.
Regulaciones más simples, productos más diversos… Parece que han llegado para quedarse.
Pero hay que tener cuidado, como en todo. No todos los ETFs activos son iguales, y no todos los administradores son Warren Buffett. Investiga, compara y, si es posible, habla con un asesor antes de decidir.
Lo positivo de las inversiones es que siempre hay alternativas para cada persona. Si te interesan los ETFs activos, considéralo como una ocasión para aprender. Intenta, pero sin exagerar. Y recuerda, al final del día, lo importante no es solo cuánto ganas, sino cómo te sientes con lo que decides. ¿Te imaginas poder dormir bien sabiendo que tu dinero está con alguien que realmente sabe manejarlo? Ahí lo tienes.