Para una economía doméstica, del mismo modo que para una economía empresarial, pocos enemigos peores existen que la deuda. El endeudamiento está en la base del fracaso de muchas personas a la hora de gestionar sus finanzas personales.
El motivo fundamental es que, la falta de control sobre la deuda no es sólo un elemento de impacto inmediato, sino que, al contrario, es un elemento que lastra en el futuro las posibilidades de una economía personal saneada.
El problema de la deuda: la acumulación y la sobre exposición
Cuando entramos en deuda, obviamente, debemos distinguir aquellas que se consideran deudas saludables o deudas aceptables como, por ejemplo, una hipoteca, de las deudas que se contraen por una mala gestión financiera.
La acumulación de deuda, incluso cuando combina la deuda aceptable con la deuda por mala gestión, tensiona la economía personal. Hasta tal punto que, en el mejor de los casos, exige una financiación, es decir, asumir costes e intereses para poder reducir las deudas, y en el peor de los casos nos sitúa en un entorno de sobre exposición que, se va alimentando y creciendo, ya que, efectivamente, las deudas generalmente van crear intereses que multiplicarán exponencialmente el gasto.
Es muy importante, si queremos tener un control serio sobre nuestras finanzas, hacer un ejercicio profundo de análisis de las deudas y buscar cómo organizar su devolución de la forma menos agresiva posible para nuestro bolsillo. En todo caso, uno de los instrumentos importantes que podemos utilizar a tal fin es saber si estas deudas prescriben, cuándo prescriben cómo es posible que prescriba.
Claves de racionalizar el gasto para ahorrar descúbrelas en este artículo
¿Prescriben las deudas?
Existe una especie de creencia muy extendida en la que parece que todas las deudas y todas las formas de deuda acaban prescribiendo. Este es un error de bulto que, pasados los años, pueden producirnos sorpresas muy desagradables en forma de deudas que han crecido de manera desorbitada y a las que debemos responder.
Es cierto que existen periodos de prescripción en determinadas situaciones, es decir, existen ámbitos en los que la deuda puede acabar saldada sin haber sido cobrado por el vencimiento determinado plazo de tiempo. Pero esto ni es posible en todo tipo de deudas, ni en todo tipo de procesos deudores.
Otra verdad es que, cuando una deuda ya ha cumplido su plazo de prescripción no puede ser reclamada de ninguna manera. Esto es importante por dos motivos, el primero, porque el deudor es el que debe agregar la prescripción y demostrar que han transcurrido los plazos para que se dé, en segundo lugar, porque es muy frecuente sobre todo en determinados tipos de deuda, que cada cierto tiempo se reactive las herramientas de captación de deuda, por ejemplo, los embargos e instancias judiciales.
De este modo es perfectamente posible que una deuda bancaria con más de 10 años se reactive en un momento determinado pudiendo encontrarnos con un embargo no deseado, e inmediato.
Por tanto, hay que saber que estos plazos no deben sólo del paso del tiempo, también de otras circunstancias como haber aceptado o no la deuda, etcétera.