Cuando hablamos de un contrato por diferencia, nos referimos a un tipo de instrumento financiero derivado de las acciones, lo que nos va a permitir obtener una serie de beneficios gracias a ellas, sin tener que ser propietarios de las mismas.
De esta manera, el activo subyacente puede ser cualquiera, desde un índice, hasta un una materia prima, o un metal precioso, entre muchos otros. El contrato por diferencia tiene su origen en 1990, en la capital inglesa, y ya entonces se utilizaba como un intercambio de acciones que se negociaban con cierto margen. Sus creadores fueron Brian Keelan y Jon Wood, que desarrollaron el funcionamiento de este método financiero al mismo tiempo que realizaban su negocio con Trafalgar Square.
Cómo funcionan los contratos por diferencia
Al principio, se trataba de una herramienta a la que sólo podían tener acceso las personas cuyo capital fuera lo suficientemente elevado, pudiendo hacer trading con instrumentos de intercambios comerciales internacionales. Actualmente esto ya no es necesario, puesto que cualquier usuario puede acceder a un contrato por diferencia, independientemente de si dispone de un mayor o menor nivel de capital.
Además, al hacer uso de un contrato por diferencia, podremos tener acceso a la inversión en mercados diferentes, como puede ser el de índices, divisas, criptomonedas o productos básicos, sin vernos en la obligación de comprar o vender acciones o monedas de cualquier tipo, algo que supone una ventaja muy interesante para muchos usuarios.
Su funcionamiento no es tan complicado como puede parecer en un primer momento. Como en todo, es necesario que nos informemos sobre la manera en que podemos invertir por medio de estos contratos. Para empezar, se nos ofrece la posibilidad de invertir tanto al alza como a la baja. En el caso de invertir al alza, obtendremos nuestros beneficios en base a la diferencia al alza respecto al precio de la acción. Por otro lado, si invertimos a la baja, el beneficio lo sacaremos de la diferencia en base a la baja entre el precio de establecimiento del contrato y el de cierre.
Al operar mediante los contratos por diferencia, conseguimos obtener beneficios sea o no buena la situación en la que se encuentre el mercado, ya sea a través de la inversión al alza o a la baja.
Como ya hemos dicho, invertir en CFD no es tan complicado como parece, aunque claramente debemos conocer una serie de cuestiones y pasos a seguir antes de operar con ellos. Por ejemplo, antes de abrir una operación debemos tener claro el instrumento en el que vamos a invertir, ya que hay múltiples opciones a escoger.
Una vez tengamos claro el instrumento en el que invertir, tendremos que escoger si operar a largo o corto plazo, o lo que es lo mismo, si deseamos comprar o vender. El tamaño de la operación es también un aspecto muy importante a tener en cuenta para poder determinar el volumen del contrato.
Llegados a este punto, habrá que realizar una evaluación del riesgo, y lo haremos escogiendo el stop loss que queremos usar en nuestras inversiones. De esta forma conseguiremos calcular las pérdidas que podremos obtener para no llevarnos sorpresas desagradables en el futuro.