¿Estás seguro que ese producto financiero que recientemente has contratado te ofrece las mejores condiciones posibles de mercado? Si te paras a pensar descubrirás que, probablemente, no tengas la seguridad total de haber contratado en las mejores condiciones, con las comisiones más ajustadas o los rendimientos más adecuados… no te preocupes, esto es relativamente normal y además tiene soluciones sencillas y eficaces.
Cuando nos acercamos a la contratación de un servicio o la compra de un producto, sea cual sea el sector al que pertenecen, solemos prestar atención sobremanera a cuestiones como los precios finales, las garantías del producto, los resultados que nos va a ofrecer… esto es algo saludable y efectivo, además, hoy en día gracias a las posibilidades de comparar o recibir asesoramiento cada vez más abiertas, al consumidor no resulta muy sencillo determinar dónde están las mejores posibilidades para su bolsillo.
Sin embargo, cuando hablamos de productos financieros el asunto no está tan claro. Tenemos una cierta tendencia a considerar que la oferta inicial que la banca por encima de la mesa para nosotros, es la oferta definitiva. Esto tiene que ver en cierta medida con un modelo de entender la relación usuario/banca anticuado, basado en la fidelidad del usuario hacia la entidad, y que afortunadamente poco a poco se va modificando en favor de criterios prácticos y beneficiosos para el cliente.
El Banco quiere hacer negocio, el usuario quiere buenos productos
Nunca, a la hora de enfrentarnos a la contratación de un producto financiero, debemos olvidar que el banco busca su propio beneficio en la operación. Esto no es malo en absoluto, es un hecho comercial como ocurre en cualquier otro segmento, sin embargo tendemos a olvidarlo, pensando más en los productos financieros como el instrumentos que se nos proponen para nuestro beneficio, y olvidando la parte de beneficio que la entidad bancaria va a obtener en la operación, o en todo caso no prestándole la atención debida.
Sin duda la mejor solución, la mejor opción para tener claro que el producto financiero que hemos contratado es el que mejor se adapta a nuestras necesidades, y que la contratación se ha realizado en las mejores condiciones posibles, es el asesoramiento personalizado.
Tomemos como ejemplo la posibilidad recibir asesoramiento sobre productos de inversión de Banco Santander por parte de expertos independientes. La diferencia con respecto a una contratación sugerida desde la propia entidad es evidente, la entidad siempre va a buscar combinar nuestros posibles beneficios con los suyos, es decir si tiene que elegir entre los productos similares para ofrecernos, habitualmente ofrecerá aquel en el que vaya a obtener mayor volumen de comisión o que le suponga mayor nivel de gasto al usuario, y por tanto mayor beneficio la entidad. El asesoramiento independiente, por el contrario, busca obviamente acercar al usuario a su mejor opción, tanto desde el punto de vista de la rentabilidad (en el caso de la inversión) como desde el punto de vista del coste de las comisiones.
Hoy en día, como indicábamos, el usuario no está sólo en absoluto a la hora de tomar decisiones tan importantes como elegir bien sus productos financieros, el usar este tipo de herramientas de asesores independientes es tremendamente práctico, muy recomendable y desde luego muy sencillo y satisfactorio.