Los problemas que la adicción a las drogas (no legales) generan son incontables y abarcan desde la salud hasta cuestiones sociales de calado, pero, por supuesto, también tienen un lado económico. Los costes de las adicciones a las drogas, tanto desde la perspectiva del adicto como a nivel social, no son temas de los que a menudo se hable en nuestro país, donde los datos son escasos cuando, realmente, el impacto económico es tremendo.
Para acercarse a la verdadera dimensión de este problema, muchas veces no advertida o admitida, resulta muy interesante tomar como referencia los datos que podemos obtener en los informes del Observatorio Español de la Droga y las Toxicomanías.
En este informe, concretamente del año 2011, y junto a multitud de datos relevantes encontramos los números del coste en la calle de las drogas, unos precios que, más o menos se siguen sosteniendo a fecha de hoy y que dan pie a comenzar a asumir la realidad de los costes personales de las adicciones.
El resultado de un primer análisis de esta tabla nos arroja unos precios realmente muy ajustados a la realidad del mercado ilegal de drogas. Ahora bien, no se trata siempre de precios exactos ya que, también en este mercado ilegal influyen cuestiones como el volumen de compra, la frecuencia de compra e incluso, al tratarse de un mercado tan irregular desde todos los puntos de vista, entran en juego cuestiones personales que pueden resultar determinantes en el precio. Sin embargo, la siguiente tabla nos acerca bastante a la realidad del coste de las drogas con mayor uso en nuestro país:
Se trata de costes efectivamente muy cercanos a la realidad, y que nos pueden hacer una idea de lo que viene a suponer para un adicto a cualquiera de estas sustancias mantener su adicción. Es obvio que en este caso generalizar no tiene ningún sentido, no existen parámetros que puedan medir realmente la exigencia de consumo por adicción desde el punto de vista económico, y los que existen desde el punto de vista de la salud son demasiado inestables en cuanto a las fronteras, ya que el adicto se mueve en las subidas y bajadas de consumo de manera habitual.
Sin embargo, nos permite hacer cálculos rápidos (y simplistas) en los que por ejemplo una persona con un consumo diario de 1 g de cocaína va a destinar una media semanal de 420 euros a su adicción. Podríamos concluir por tanto en una reducción del problema y decir que la adicción a esta persona le cuesta 1680€ mensuales, sin embargo, de nuevo volveríamos a reducir demasiado el problema de los costes ya que, generalmente, ninguna adicción viene sola y resumida en una única sustancia, además, de los gastos colaterales que genera; gastos que tienen que ver con el consumo de otras sustancias, pero también con cuestiones más sutiles como el tiempo que se emplea en el consumo y la obtención de las drogas, los costes de desplazamiento, el consumo en paralelo de drogas ilegales como alcohol y tabaco…
La evolución del precio de la droga
En el cuadro de evolución de los precios de las drogas observamos inmediatamente la ausencia de la heroína y la cocaína. En este caso ambas sustancias han evolucionado realmente el precio de manera diferente al resto de sustancias durante de los 10 años que contempla el informe. La cocaína ha descendido de precio pasando de ser una droga de consumo teóricamente elitista en la década de los 80 del pasado siglo a una de consumo masivo en los primeros compases del presente siglo, la evolución del precio a la baja también ha corrido paralela al aumento de su introducción en los mercados europeos y fundamentalmente el español.
El caso de la heroína es más complejo. La evolución de los precios no es tan drástica como la cocaína, sin embargo también se puede hablar de una reducción a lo largo del tiempo. La heroína ha pasado de ser una de las drogas más denostadas incluso por los propios adictos, por los efectos evidentes y más rápidos en lo físico y social que causa al drogodependiente, a una droga que vuelve a cobrar fuerza en mercados de tanto consumo como el norteamericano, donde, este consumo se ha duplicado en el año 2014 con respecto a 2013 manteniendo una escalada muy seria de crecimiento, el motivo es que a pesar del precio medio del gramo en la calle, el uso de esta droga la convierten en relativamente más barata que la cocaína por su propio modelo de consumo, lo que está llevando a desplazar a esta última en una tendencia que, no sería raro, también llegará a Europa.
La factura global de las adicciones
O no existe o resulta de difícil acceso a la documentación que relacione directamente el coste que, por ejemplo en aspectos como la sanidad o la seguridad, supone el consumo de drogas en nuestro país. Es evidente que en ambos casos supone un impacto económico importante, lo que, sumado a la economía sumergida de compraventa de drogas que, como hemos visto, mueve anualmente miles de millones, a partir de la sangría económica personal que a un adicto le supone su adicción, convierte en muy relevante un problema al que a veces no prestamos tanta atención como desde luego merece.
En Estados Unidos, muy dados a este tipo de cálculos, computan que las adiciones a las drogas de suponen al estado miles de millones anualmente, en un cálculo muy simplista, pero que no deja de tener cierto interés y relevancia, hay estudios que calculan que el gasto que cada norteamericano asume por estos costes supera los $1400 anuales ( se cuentan adultos y no adultos para este cálculo)
No somos capaces de atrevernos a emitir una cifra similar para nuestro país, pero, obviamente esta cifra existe, lo que añade aún más dramatismo a los números que hemos repasado.
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