La economía está mal y no levantará cabeza hasta al menos 2013. Luis de Guindos, nuevo ministro de Economía y Competitividad, así lo reconoció ayer, dando por válidas las previsiones de los servicios de estudios y centros de investigación.
La recesión que ha comenzado ya el ultimo trimestre, seguirá, al menos, en el arranque de 2012 y se superarán los cinco millones de parados. A partir, de ahí, con reformas «amplias y profundas», las cifras deberían empezar a mostrar otra cara.
Por otro lado es muy claro que la reestructuración del sector financiero es «vital» para que vuelva el crédito. De Guindos convirtió las predicciones oficiosas de los expertos en oficiales. «La economía española tendrá una recaída en este trimestre y entrará en tasa negativa.
Con este perfil de desaceleración llegamos a 2012, donde tendremos dos primeros trimestres que no serán nada sencillos en cuanto a crecimiento y empleo». Guindos, que tiene como obsesión el crecimiento para acabar con el paro, evitó en público utilizar la palabra recesión. Sin embargo, en corrillos con periodistas lo admitió: la economía entrará en 2012 en recesión.
Con este dibujo, España adoptará el perfil de la W en la marcha de la economía, al regresar el PIB a la zona negativa que había abandonado en junio de 2010. El hombre fuerte de la economía en el Gobierno de Mariano Rajoy concretó también en los corrillos que la caída en el último trimestre del año oscilará entre un 0,2% y un 0,3% y que el paro sobrepasará los cinco millones.
Respecto al futuro, De Guindos añadió que hacer previsiones más allá de seis meses es «muy difícil por todas las variables que afectan a la economía». Algún analista apuntó las ventajas de pintar un panorama negro «cuando se avecinan amargas reformas. El miedo hace que todos estén más dispuestos a admitir sacrificios».
El ministro de Economía hizo estas declaraciones en el acto de toma de posesión del secretario de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa, Fernando Jiménez Latorre, y el secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz. También han asumido sus nuevos cargos el subsecretario de Economía y Competitividad, Miguel Temboury, y la directora del gabinete del ministro, Rosa María Sánchez-Yebra. El acto reunió a varios ministros, un nutrido grupo de altos funcionarios y representantes de la banca.
Señaló que la difícil situación lejos de desmoralizar «será un acicate» para impulsar las reformas necesarias. Entre ellas destacó la del sector financiero, que consideró «vital e imprescindible para lograr que regrese el crédito a los sectores productivos».
En segundo lugar, modificará el mercado de bienes y servicios, para eliminar las trabas burocráticas en general y sobre todo las que se deben superar para crear una empresa. En último lugar, De Guindos citó la integración del antiguo Ministerio de Ciencia y Tecnología, que ha quedado inscrito en Economía. «Es importante avanzar en este campo porque hay que lograr un modelo económico sostenible», concluyó.
Hasta aquí De Guindos marcó territorio. Otra cosa es la influencia. Y allí el nuevo ministro de Economía dejó claro que «apoyará» al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro en la tarea de reducir el déficit. Y que también la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, puede contar con sus aportaciones a la reforma laboral que prepara estos días con un primer plazo que vence el próximo 6 de enero.
Pese a la amarga herencia recibida, Luis de Guindos mantuvo el tono cordial y respetuoso con sus antecesores en el cargo. Habló de ellos como «magníficos profesionales, alguno de ellos amigos míos, que han vivido una época muy complicada».
Del Gobierno de Rajoy se dice que tendrá que dar un brusco golpe de timón para que se perciba a mitad del año. En ese ambiente de urgencia, el titular de Economía anunció que el próximo semestre será muy importante para su departamento, que tiene una agenda de reformas «muy profunda y muy amplia».
Otra de las misiones de este Gobierno, y del departamento económico, será intentar desactivar la crisis de deuda. En este sentido, De Guindos afirmó que los países de la UE «se juegan mucho» en los próximos meses «y España debe tener un papel relevante en ese proceso de toma de decisiones e implementación de reformas». Tiempo habrá para ello si los mercados lo permiten.