Frente a la depreciación de la moneda y los valores de cambio, los metales preciosos, como la plata, el cobre, el oro y recientemente el platino y el palado, se convierten en opciones de inversión, ya que permiten salvaguardar el capital obtenido a través de una inversión rentable y siempre creciente, independientemente de los valores de la moneda.
Escasez versus valor
La ley de oferta y demanda propone que a mayor escasez de determinado bien, mayor es su valor. Hoy los mercados financieros llegan a mover, en dinero, el producto bruto mundial por día. Esto implica que la masa monetaria se encuentra inflada a tal punto que comienza a perder valor por sí misma.
Por otro lado, los productos escasos y reales, como los metales preciosos, debido a su dificultad y proceso de extracción y a su escasez, tienden a subir de precio. El mundo tiene un stock limitado de este tipo de metales, mientras que la población humana aumenta con cada día que pasa.
Utilizando esta lógica, el inversor notará que las inversiones en metales preciosos, desde la época de la Conquista de América, o la Colonia, siempre han sido una inversión rentable en el mediano y corto plazo. A su vez, permiten salvaguardar el capital de las tasas de inflación o interés, mientras que se poseen metales de valor aceptado a nivel mundial.
El valor del platino
El platino posee cualidades físicas y químicas que hacen que sea un metal muy utilizado para muchas funciones: desde la joyería como metal precioso, hasta la industria metalúrgica, la manufactura de celulares y componentes electrónicos, la industria automovilística, la neurocirugía, etc.
Esto indica que el uso de este metal continua extendiéndose, por lo que la inversión en platino hoy se revela como una opción rentable ante el declive de los mercados económicos y las crisis por la que pasa la Unión Europea.