De la tecnología chip, o mejor dicho, de la tecnología EMV, es algo de lo que ya hace un par de años se viene hablando. Sin embargo, el Eurosistema ha decidido finalmente que a partir de 2012, los plásticos que se emitan deberán tener únicamente este sistema, abandonando definitivamente la banda magnética.
A partir del año 2002, el Eurosistema acordó establecer un estándar regional en materia de pagos electrónicos, definiéndose la zona única de pagos (SEPA, en inglés). En virtud de este proyecto, cada país europeo iría progresivamente reemplazando los protocolos nacionales en los pagos electrónicos, por un estándar común europeo.
Es así que en materia de medios de pago, se estableció la sustitución progresiva de la tecnología de banda magnética por una más segura y eficiente: el chip. Si bien, esta tecnología de tarjetas sólo con chip deberá entrar en pleno funcionamiento el año próximo, aún coexistirá por un año más con la vieja banda magnética.
El propósito de este reemplazo es el incremento en la seguridad de las operaciones, evitando la clonación de la tarjeta y requiriendo el consentimiento del titular en las compras. Este consentimiento, se brinda a través de la necesidad de verificar la compra tecleando un número secreto denominado PIN, en lugar de firmar el recibo.
La migración del sistema de banda magnética al de tecnología EMV (iniciales de Europay, Mastercard, Visa), requiere una gran inversión por parte de la banca europea, ya que requiere que no sólo sean reemplazados los millones de plásticos en circulación, sino que se adapten los cajeros automáticos y los puntos de venta electrónicos TPV.
Este punto ha provocado que aún queden en nuestro país, gran cantidad de tarjetas en circulación que no han sido migradas a la nueva tecnología.
Las entidades se han comprometido a finalizar la migración durante el primer trimestre de 2011, por lo que a partir de ese momento, toda Europa debería operar bajo esta nueva tecnología.
Otro de los factores que ha demorado tanto la aplicación de este sistema, es que no todos los países del mundo operan con esta tecnología, por lo tanto, al eliminar de los plásticos europeos la banda magnética, impediría a sus ciudadanos pagar sus compras en países como EE.UU., Australia o Argentina, que aún persisten en el uso de la banda magnética.
Es por ello, que el Eurosistema exigirá que la banca provea a petición del cliente, tarjetas con la antigua banda magnética, por lo menos, hasta tanto continúen existiendo países que no hayan migrado por completo a EMV.