Los mercados interbancarios son aquellos en los que sólo se cruzan operaciones entre entidades de crédito, ningún agente económico, es decir, empresas, particulares, instituciones no financieras, etc., puede acudir a él directamente.
Una de las utilidades básicas y que dio origen al mercado interbancario, es la posibilidad de que a él concurran los Bancos y Cajas de Ahorros sobrados o faltos de liquidez, ofreciendo o demandando dinero, con el objeto de corregir sus desequilibrios de tesorería.
Esto se produce dado que la actividad típica de estas entidades es la de captar dinero del público en forma de depósitos, para posteriormente dar créditos a los que necesitan financiación.
Sin embargo, si en un determinado momento, la entidad no ha captado el dinero suficiente para satisfacer la demanda de crédito que tiene de sus clientes podrá recurrir al mercado interbancario para conseguirlo, ya sea de otra entidad bancaria o bien, en tiempos modernos del Banco Central Europeo.
La contrapartida de la situación anterior, es cuando una entidad se encuentra con excedentes de dinero, es decir, que ha captado un volumen de depósitos superior a la demanda de créditos en un momento determinado. En este caso, para no mantener ese dinero ocioso en sus arcas, puede recurrir al mercado interbancario, prestar dicho excedente a otras entidades y con ello obtener un adecuado rendimiento sobre el exceso de fondos.
En la actualidad, y con el funcionamiento de la zona euro, y el Banco Central Europeo, en nuestro continente suele hablarse de dos mercados interbancarios.
Uno, aquel que engloba las operaciones entre entidades financieras y otras entidades financieras de la forma que se describió anteriormente.
Otro, es el mercado interbancario donde actúa el Banco Central Europeo y las entidades financieras de la zona euro, y que es utilizado como medio de control de la política monetaria de la zona euro.
En este segundo mercado interbancario, el Banco Central Europeo, interviene con el objetivo primordial de controlar la inflación en los países de la zona euro. Para ello, el BCE utiliza su poder de fijar el tipo de interés oficial del dinero.
Cuando se desea mantener controlada o disminuir los niveles de inflación, el BCE incrementa el tipo de interés oficial. Al hacerlo, los préstamos que el BCE concede a las entidades financieras, así como los que las entidades se efectúan entre ellas, se realizarán a un tipo de interés más elevado.
Esta situación produce un efecto avalancha. Las entidades, al recibir dinero a un “precio” más caro, si no quieren ver bajar sus utilidades, elevarán el interés que cobran en los préstamos que otorgan a particulares y empresas, provocando una ralentización de la actividad económica, un incremento del ahorro, una disminución del consumo, y una menor circulación de dinero que contribuye a mantener acotada la inflación.
Por el contrario, cuando lo que se busca es un estímulo a la actividad económica y el crecimiento, la política del BCE será la de bajar los tipos de interés oficiales, lo que lentamente contribuirá a un mayor nivel de inflación.