No es ningún secreto que España se cuenta entre las economías más débiles de la eurozona. En este sentido, y para evitar un posible contagio de los problemas de Grecia, el Gobierno ha dispuesto un severo plan de ajuste con el objetivo de reducir su abultado déficit fiscal.
España no solo quiere sino que debe ahorrar unos 15.000 millones de euros en 2 años, lo que sería el equivalente a acelerar la reducción del déficit en un 0,5% del PIB adicional en 2010 y en un 1% en 2011 (5.000 y 10.000 millones de euros, respectivamente).
Las principales medidas a tomar son:
- A partir de junio la nómina de los funcionarios será un 5% menor y esta nómina se quedará congelada todo el año que viene. Casi tres millones de españoles sufrirán esta situación y esto supondrá un ahorro de 2.400 millones, solo este año.
- Gobierno y altos cargos cobrarán un 15% menos.
- Se revalorizarán las pensiones no contributivas y las mínimas, pero 6 millones de pensionistas dejarán de recibir 1.500 millones.
- Desaparece el «cheque bebé», que supondrá un ahorro de unos 1.100 millones de euros.
- La inversión estatal se reducirá en 6000 millones de euros.
- El Gobierno, además, ha dejado la puerta abierta a una subida de impuestos a las rentas más altas.
La meta es llegar a 2013 con un déficit del 3% del PIB, y el Ejecutivo prevé que las Comunidades Autónomas y las entidades locales realicen un ahorro adicional de su gasto de 1.200 millones de euros.
Sin duda, estas medidas y quizá alguna más son necesarias para curar a una economía enferma, que debe más de lo que puede pagar y que, de no concretarse, corre serios riesgos de sere una «segunda» o «tercera» Grecia.
Este plan de austeridad ha sido saludado por los mercados, la Comunidad Europea y el FMI. Medidas impopulares, pero necesarias.