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Uno de los aspectos fundamentales que corresponde analizar a la hora de seleccionar la hipoteca que más se ajuste a nuestras necesidades y posibilidades es la opción de que contemple un periodo de carencia.
Para ello, y por la importancia que reviste, analizaremos su concepto. En concreto, la carencia en un préstamo hipotecario puede definirse como el período en el que solamente se pagan los intereses del crédito y no se amortiza capital.
Esta definición, nos lleva necesariamente a la siguiente conclusión: durante el periodo de carencia la cuota será sensiblemente inferior a la cuota normal, ya que se estará aplazando la devolución del capital incluida en la cuota.
La carencia de una hipoteca normalmente se ubica al principio de la vida del préstamo hipotecario, con la finalidad de pagar menos al principio, justamente en la época más difícil y de más gasto.
Sin embargo, nada obsta que el periodo de carencia pueda ubicarse en cualquier momento de la vida del préstamo hipotecario. Muchas entidades ofrecen, un determinado lapso de carencia que puede utilizarse a elección y necesidad del cliente, en el momento en que éste lo requiera.
Debe tenerse en cuenta, que los intereses que se pagarán al acceder a un periodo de carencia al comienzo de la vida del préstamo hipotecario, terminarán siendo mayores que si comenzara a amortizar capital desde el principio.
Esta situación es consecuencia de la forma en que se calculan los intereses en un préstamo hipotecario. Éstos siempre devengan sobre el capital pendiente, que siempre será del 100%, hasta tanto no finalice el lapso de carencia.
En el grueso de la oferta de mercado el periodo de carencia suele tener un lapso de dos años. Como hay propuesta por un periodo mayor, hay otras por menos tiempo.
Asimismo, existe lo que también se conoce como carencia total. Esto significa que durante este periodo del préstamo no se pagarán ni intereses ni capital. Las ofertas que ofrecen este tipo de carencia son más bien escasas.
Por sus características, el periodo de carencia se vincula a las ofertas de hipotecas para jóvenes, ya que permiten manejar la cuota de una hipoteca con los menores ingresos que se perciben en esta etapa de la vida, así como la posibilidad de cancelar cuotas más elevadas hacia el final del préstamo, momento en que las personas han consolidado una mayor capacidad financiera.
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