El viejo lema de la Unión Europea «La Europa que protege» está en vías de extinción. Los europeos siempre se jactaron de su modelo social de vacaciones generosas, jubilaciones tempranas, sistemas de salud nacionales y beneficios sociales garantizados. A ese conjunto de beneficios sociales ofrecidos por los gobiernos europeos se lo denominó «Estado de Bienestar», lo que contrastaba con la relativa dureza del capitalismo norteamericano, donde si no tienes dinero nadie va a salvarle la salud.
Sin embargo, el modelo de Estado de Bienestar está sobre el tapete. La sostenibilidad de la esta tradicion europea está socavada por los enormes déficits fiscales, que amenazan no solo al euro sino también a una forma de ser, a toda una red de bienestar social que tambalea.
Sin ir mas lejos, los desafios de la economia española en 2012 son casi destructivos. La combinación paro-recesion-deficit-deuda pueden ser catastróficos para España, y en este contexto, el ajuste fiscal no tardará en incrementarse.
Una recaudación fiscal en baja a causa de la recesión y un envejecimiento de la población conformaron un coctel explosivo para la sostenibilidad del Estado de Bienestar, que se basa en presupuestos gubernamentales abultados que en la actualidad nadie puede darse el gusto de gastar, ya que los grandes déficits de cada país europeo atentan contra toda la economía de cada nación.
En este sentido, los recortes no tardaron en llegar, sobre todo luego de lo que le pasó a Grecia, a un paso de entrar en default por su enorme deficit. El característico cómodo estilo de vida europeo no se puede sostener, y no tardará en desaparecer.
Reducciones de sueldos, aumento de la edad jubilatoria, extensión de la jornada laboral y recortes de la cobertura de salud y las jubilaciones no hacen otra cosa que abonar la idea de desaparición del estado de Bienestar.
Sin embargo, el cambio estructural aun no se dió. La dificil misión comenzaría en cuanto la economía se asiente un poco. No por no ser necesario, sin por el viejo dicho «el arbol no nos deja ver el bosque», o el más moderno: «lo importante le deja el lugar a lo urgente».
Una decisión de esta naturaleza, se entiende, será muy necesaria en los próximos años. Obviamente, el pesimismo y la indignación ganarán las calles, pero hay que entender que ese modelo no va más, no es sostenible. Aun con aumentos de impuestos la brecha no cierra. Todo se resume en 4 palabras: no hay dinero suficiente.
Los cambios urgen. La población europea envejece rápidamente y la tasa de natalidad declina. Esto tiene una consecuencia directa sobre las jubilaciones: habrá menos gente que las llene en el futuro y más jubilados, en una combinación explosiva. Por otra parte, el desempleo aumenta a medida que las fábricas se mudan a China y el Sudeste asiático por sus menores costos y beneficios sociales. Aquí se ve otra parte del problema: la competitividad europea se ve amenazada por ese Estado de Bienestar, que genera mayores costos a las empresas.
Según la Comisión Europea, para 2050 el porcentaje de europeos mayores de 65 años se duplicará, manteniendose casi igual la población total. Esto hará que haya tan solo 1,3 trabajadores por cada jubilado, una proporción insuficiente para pagar las pensiones.
Las cifras ofrecidas por el New York Times demuestran la gravedad del problema. El gasto social público de la Union Europea alcanza al 24% del Producto bruto Interno, contra tan solo el 15% de EEUU. En Europa, el que peor la pasará es Francia, que tiene el 31% de su PIB destinado al gasto social. En esa proporción, el 44% se las llevan las jubilaciones estatales y el 30% la cobertura de salud.
Todo indica que los días fáciles se acabaron. No es lo unico que se termina…