Mucho se ha escuchado en los últimos días acerca del anunciado plan de rescate del Tesoro de Estados Unidos para tratar de paliar la aguda crisis financiera que cubre a Wall Street y que tiene ramificaciones en todo el mundo a causa de las promocionadas hipotecas subprimes.
Pues bien, el mercado ha reaccionado el viernes pasado con subas históricas y una euforia tal que se parece más a un deseo de generar grandiosas ganancias especulativas (los activos de muchas firmas estaban prácticamente regalados) que a una solución definitiva a la crisis.
En mi opinión, aún hay ciertas cuestiones no aclaradas que encierran grandes interrogantes acerca del alcance de esta medida:
En primer lugar, luego de miles de millones de dólares inyectados al mercado (recordemos, por poner un ejemplo, los 85.000 millones de dólares para rescatar a la aseguradora AIG), este plan crea la Agencia de Rescate: un organismo estatal que, con bonos del tesoro, comprará a los bancos 700.000 millones de dólares de sus carteras “basura”. De esta manera, los bancos se desprenderían de activos morosos o incobrables y pasarían a contar con los bonos del Tesoro, que tienen la mejor calificación de seguridad.
La pregunta que se desprende de aquí, y lo que constituye la primera duda importante, es a qué precio comprará la Agencia esos valores “basura”. Si los compra a precios del mercado, los bancos realizarían la pérdida y habría más de un quebranto. Por ende, debería comprarlo a precios mayores para favorecer a las entidades asumiendo como pérdida la diferencia. La emisión de semejante magnitud de bonos ahondaría el sideral déficit financiero de la Administración norteamericana, abriendo dudas sobre la solvencia del Tesoro mismo y sobre el dólar.
¿Pero alcanzarán los 700.000 millones de dólares? Realmente no se sabe cuánto es la deuda morosa (los especialistas estiman 1,5 billones –españoles- de dólares), pero si el Gobierno Estadounidense se ajusta al presupuesto, deberán ser selectivos al rescatar a las distintas entidades. ¿Cuál sería el criterio de selección? En este caso, habría más Lehman Brothers.
En este caso, la situación de los deudores no cambia: lo que antes no podían pagar a los bancos, tampoco podrían pagarle a la Agencia. ¿La agencia estatal aceptará alguna quita en las hipotecas otorgadas? Es difícil que se suspendan los remates, ya que es un precedente demasiado riesgoso. El Estado, de esta manera, se encontrará en la ingrata tarea de ejecutar los préstamos incobrables, con el consiguiente costo político.
A su vez, el Secretario del Tesoro rechazó de plano extender la ayuda a la población. Ciudadanos que nunca apostaron en la bolsa. Ciudadanos que no conocen que es un contrato a futuro sobre el petróleo, o una opción sobre el valor de la soja. Ciudadanos que, al fin y al cabo, con sus impuestos pagarán la fiesta especulativa de unos pocos. Y estos pocos seguirán llenos de dinero. ¿Dónde queda la igualdad de la que se jacta la primera potencia mundial? ¿Los ricos serán más ricos y los pobres más pobres? ¿Qué pasará con la responsabilidad de los gerentes y dueños de los bancos y fondos que, con sus inversiones especulativas y el “divino” apalancamiento, destrozaron el sistema financiero y de crédito mundial? Para que se sepa, muchos de los dueños de dichas entidades aún están cobrando honorarios millonarios…