“¿Yo señor? ¡No Señor!” Buscando culpables de la crisis

Todo el mundo, y en particular en Estados Unidos, quieren saber quién es el culpable de las pérdidas que afectan a Wall Street y a los propietarios de viviendas. La respuesta parece ser “la culpa la tiene el otro”.

En la gran economía de América comienza a insinuarse una ola de demandas judiciales en relación con el mercado hipotecario y el mercado financiero: los propietarios de casas demandan a las entidades crediticias; las entidades crediticias demandan a los bancos de Wall Street; los bancos de Wall Street demandan a los expertos; y los inversores demandan a todos.

El New York Times dice en uno de sus artículos que esto puede llegar a ser “un circo con múltiples pistas”, ya que “este tipo particular de litigios se traducirá en muchas demandas diferentes y en una serie de jurisdicciones distintas”.

En este ámbito, los propietarios y las entidades crediticias de las subprime se disponen a enfrentarse. Los argumentos de los propietarios son que las entidades incurrieron en prácticas depredadoras y otras actividades ilegítimas. Algunos estados de Estados Unidos han emprendido demandas contra bancos ya que afirman que sus ciudadanos están en peligro debido a que los bancos alentaron la proliferación de créditos hipotecarios de alto riesgo.

La pregunta del millón es si las entidades de crédito e inversión advirtieron a los tomadores de préstamos e inversores sobre los riesgos de los créditos subprime. Allí recae el mayor o menor grado de responsabilidad de cada parte en conflicto. Esto es lo que están investigando fiscales estatales a lo largo y ancho de Estados Unidos.

Por otra parte, los bancos de inversión acusan a las entidades crediticias y a los operadores hipotecarios de prácticas ilegítimas. Y no nos olvidemos las responsabilidades de ciertos organismos públicos, como la FED, que con sus tipos de interés irrisorios dieron el empuje ideal para la proliferación de estos créditos de alto riesgo.

En fin, es como el cuento del gran bonete: ¿Quién tiene el gran bonete? ¿Yo señor? ¡No señor! ¿Y entonces quién lo tendrá?

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